La demanda en terapia de pareja se dispara después de las vacaciones. El motivo principal es que pasamos más tiempo juntos y por lo tanto se hacen más evidentes nuestras carencias. Pero no siempre es una buena decisión.
Romper una relación no es fácil y debemos estar seguros antes de dar ese paso tan importante. A veces es bueno esperar, dejar reposar los pensamientos y sensaciones que tenemos después de las vacaciones para poder ver las cosas con claridad. Porque puede ser fruto de la marea, cuando el mar está revuelto nos es muy difícil ver el fondo, por eso es mejor dejar que el mar se calme para ver el trasfondo de todo lo que pienso y siento.
En este post voy a desgranar las causas más frecuentes del divorcio y cómo saber si realmente necesito separarme o no.
En vacaciones pasamos más tiempo juntos
Durante el año, vivimos en automático. Estrés, prisas, agendas apretadas…De lunes a viernes nuestra energía solo nos da para trabajar, llegar a casa, comprar, organizar comidas, lavadoras y con un poco de suerte hacer algo de ejercicio físico. Si tenemos hijos se complica un poco más: extraescolares, deberes, los padres pasan a ser organizadores profesionales del tiempo. Tu llevas al pequeño a la extraescolar y yo
recojo a la grande, la cena la haces tu que llegas antes y yo recojo luego la cocina. Dividimos nuestro tiempo para poder llegar a todo.
¿Y dónde queda el tiempo para la pareja?
¿Y el tiempo para nosotros?
No queda.
El fin de semana suele estar lleno de actividades, comidas familiares, quedadas con amigos o partidos de nuestros hijos. Así que estamos deseando que lleguen las vacaciones para relajarnos. De esta manera, las expectativas de ese período vacacional son muy altas, esperamos poder hacer todo aquello que no hacemos durante el año y además relajarnos. Pero la realidad puede ser muy distinta a nuestra expectativa.
Estrés suele ser lo que más experimentamos. Hoteles llenos, playas atestadas de gente, colas en los restaurantes…Empieza a desmontarse toda la idealización que teníamos en nuestra cabeza.
Pasamos más tiempo con nuestra pareja con la que llevamos un año casi sin hablarnos y además pagamos con ella nuestra ira por no obtener del verano lo que esperamos.
Así aparecen las discusiones, se hacen más patentes las diferencias entre nosotros y nos encontramos en situaciones estresantes que no sabemos cómo gestionar.
Muchas veces, todo esto nos lleva a pensar en el divorcio y no siempre es la decisión correcta.
¿Cómo podemos saber que la separación es realmente lo que necesitamos?
Date tiempo y reflexiona
Deja reposar todo lo que sientes para poder diferenciar el grano de la paja. Muchas veces proyectamos todo lo que nos pasa a nosotros en la otra persona, creemos que es el culpable de todo. Y por lo tanto pensamos que separarnos es la solución rápida y perfecta.
Es muy frecuente que en la primera sesión muchas personas me digan que todo lo que les pasa es culpa de su pareja que lo que tendrían que hacer es separarse y así se solucionarían todos sus problemas. Pero eso no es verdad. Un divorcio es un proceso difícil y doloroso y no soluciona tus problemas porque tus problemas son responsabilidad tuya. Yo suelo proponer posponer la decisión unos meses y empezar a trabajar uno a uno estos “problemas” que me traen. Al final del proceso no todos se divorcian.
Lo que está claro es que no podemos vivir todo el año en piloto automático y pretender que unas semanas de vacaciones llenen todo ese vacío que hemos ido acumulando todos esos meses. El trabajo es nuestro, es personal, el trabajo se resume en vivir con conciencia todo el año. Coger las riendas de nuestra vida y salirnos un poco de la inercia del estrés en el que vivimos. Confeccionar más nuestro día a día y priorizar las cosas importantes para nosotros, dedicar tiempo a lo que nos llena, proyectos profesionales, familia, amigos, pareja….pero no desde lo que toca o lo que se espera de nosotros si no desde una implicación consciente y meditada.
Así que, si este verano ha sido difícil para ti y te has planteado el divorcio como salida, revisa lo que te digo a ver si te resuena y reflexiona. Piensa si tal vez lo que deberías hacer es cambiar otras cosas en tu vida para lograr lo que quieres. Debemos estar seguros de que no estamos proyectando en nuestra relación de pareja toda la frustración que sentimos al no tener la vida que nos habíamos imaginado.
Realiza cambios
Empieza por cambiar tú, tu manera de relacionarte con tu pareja y con el mundo y observa el resultado. Dedícate más tiempo a ti durante todo el año, haz deporte, busca momentos de reflexión, lee libros que te inspiren y te guíen, enfócate en qué es lo que quieres y pon ahí tu energía. Dedica tiempo también a tu pareja, a volver a hacer cosas juntos, a hablar de todo lo que ha pasado este verano y de vuestra relación. Busca reducir esa distancia que se ha creado y observa cómo te sientes.
Muchas veces pretendemos salir de las situaciones difíciles por la tangente, buscar el atajo, pero lo importante está en lo que aprendemos por el camino. Así que salir rápido de una situación difícil puede ser un parche.
Deja de vivir en modo automático y vive tu vida como lo que es, algo solo tuyo y algo finito. No podemos pretender ser felices sin hacer nada a cambio. Es lo mismo que pasa con la salud física, si yo quiero tener una buena salud, debo hacer un mínimo de ejercicio y cuidar mi dieta y no vale hacerlo un mes y después nada, tiene que ser un esfuerzo constante. Pues con nuestra salud psicológica y emocional pasa lo mismo, o le dedicas tiempo y esfuerzo o no obtendrás resultados.
Cómo saber si finalmente debo divorciarme
Si después de este tiempo de reflexión y cambio, sigues sintiendo que te has distanciado de tu pareja es probable que debas separarte. Si sientes que tu has cambiado pero tu pareja no sigue el mismo camino, tal vez sí estabas en lo cierto.
Hay varias razones por las que yo puedo decidir romper con una relación:
- Una es cuando se acaba el amor, cuando sientes que ya no le quieres como pareja, sí como un hermano/a pero no como pareja. Para hacer una paella necesitas arroz, sin arroz no hay paella por mucho que te esfuerces.
- Otra razón es porque ya no funciona, cuando ya hace tiempo que no te suma, que saca tu peor versión, que no evolucionáis como personas y que todo son discusiones y reproches. Aunque sientes que todavía le quieres, ya han desaparecido los buenos momentos, ya no es en la primera persona que piensas cuando te pasa algo malo o algo bueno. O que ya no es la persona que quieres como compañero/a de vida, porque tu has cambiado y sientes que lo que elegiste a los 20 años ahora ya no lo quieres.
- Y por último, cuando habéis evolucionado por caminos distintos, ya no tenéis proyectos de futuro juntos, no te ves pasando los siguientes 10 años con tu pareja. Uno de los dos o los dos habéis cambiado y evolucionado pero por senderos muy distintos y no compartís los valores más importantes.
Así que antes de divorciarte, reflexiona si lo que te pasa es algo tuyo, fruto de una vida en piloto automático o es por una de estas tres razones.
Deja una respuesta