Cada vez se ven más casos de niños con trastornos de ansiedad. De hecho hay estudios que nos revelan que son los trastornos más prevalentes en la infancia y adolescencia, entre un 5.6% y un 21% de niños y adolescentes sufren un trastorno de ansiedad (Benjamín, Costello y Warren, 1990). Es un índice muy alto y debería hacernos reflexionar sobre las causas (ritmo de vida, exceso de actividades extraescolares, disminución del tiempo libre, escaso tiempo para jugar…)
Los miedos constituyen un factor casi constante en el transcurso del desarrollo humano. La aparición de la ansiedad en los niños, indica una evolución en la que podemos observar la conciencia que el niño va adquiriendo acerca de su propia individualidad, de sus límites y de sus recursos. El registro de aquello que pueda resultar peligroso es una adquisición evolutiva fundamental. Los miedos en la infancia son normales y van evolucionando durante las diferentes etapas evolutivas.
Pero, ¿cuándo la ansiedad es un trastorno?
Cuando las manifestaciones de la ansiedad son muy intensas e interfieren en la vida cotidiana de la persona.
La ansiedad es una respuesta adaptativa de nuestro sistema nervioso, pero cuando esta respuesta aparece sin causa objetiva que la justifique es cuando surge el problema.
La ansiedad genera malestar físico y psicológico. Se produce una activación del sistema nervioso autonómico (taquicardia, sudoración, inquietud,…) acompañado de malestar y de pensamientos como miedo a volverse loco, a morirse, a no controlarse…
Los signos de los trastornos de ansiedad son similares en niños y adultos, a pesar de que los niños suelen mostrar más signos de irritabilidad y falta de atención.
Los trastornos de ansiedad más frecuentes en la infancia son:
Fobias:
Las fobias específicas son miedos incontrolados a estímulos concretos. Que hacen que el niño los evite a toda costa, llegando a interferir en su vida diaria.
Las fobias más características son: la fobia escolar, fobia a los animales, a la oscuridad, a volar, al dentista y a los espacios cerrados (claustrofobia).
El miedo que experimenta es intenso e irracional.
Tratamiento:
El tratamiento suele ser corto y efectivo. Aunque hay una tendencia a no tratar las fobias en la infancia y estas suelen perdurar hasta la vida adulta que es cuando acaban viniendo a terapia. Es un error frecuente y puede hacer que el niño acabe teniendo más de una fobia simple o que se complique en la adolescencia con una agorafobia.
Es importante tratar la ansiedad cuando aparece, para evitar posibles complicaciones en la vida adulta.
Trastorno de ansiedad por separación:
Es una ansiedad excesiva y no adecuada a la edad del niño, relacionada con la separación del hogar o de las figuras de apego (padres, tutores…) que se da durante un mes o más.
Aparecen 3 o más de estos síntomas (según el DSM IV TR):
1) Excesivo malestar repetido cuando hay o anticipa una separación respecto el hogar o figuras importantes (padres, cuidadores…)
2) Gran preocupación persistente por perder las personas con las que se halla vinculado o porque éstas sufran daño.
3) Gran preocupación persistente porque se produzca un acontecimiento que le separe de las figuras con las que mantiene más vínculos (p. ej. secuestro).
4) Resistencia o negativas repetidas a ir al colegio o cualquier otro lugar que implique separación.
5) Resistencia o miedo persistente o excesivo a estar sin las principales figuras vinculadas en el hogar o en otros lugares.
6) Resistencia o negativa persistente a irse a dormir sin una persona significativa cerca o a ir a dormir fuera de casa.
7) Repetidas pesadillas con contenido de separaciones.
8) Quejas repetidas de síntomas físicos (como dolores de cabeza, dolores abdominales, nauseas, vómitos) cuando ocurre o se anticipa una separación de las figuras significativas.
Tratamiento:
El tratamiento es importante sobre todo para evitar posibles fobias en el futuro y para que el niño/a aprenda a controlar su ansiedad y deje de sufrir ese malestar emocional ante la pérdida.
Los trastornos de ansiedad simples responden muy bien a la terapia psicológica y el tratamiento suele ser corto y efectivo. Hay mucha gente que sigue sufriendo ese malestar y soportando la ansiedad y los miedos porque desconoce la efectividad de la terapia.
Trastorno de ansiedad generalizada:
Este patrón se caracteriza por una excesiva preocupación y ansiedad en una variedad de situaciones que no parecen ser el resultado de causas identificadas. A diferencia de las fobias específicas, aquí encontraremos un excesivo temor a diversas situaciones de la vida cotidiana a la vez.
El niño/a presenta un patrón crónico y excesivo de preocupación difícil de controlar. Fatiga fácil, quejas somáticas frecuentes (dolor de cabeza, nauseas, dolor abdominal..), mal humor y berrinches frecuentes ante situaciones de cambio o situaciones que crea que son peligrosas o que no puede controlar. Hay un malestar emocional claro y permanente, es un niño con miedos, evitativo, que le gusta controlar el entorno y que se pone excesivamente nervioso ante situaciones nuevas.
Tratamiento:
El tratamiento es más largo que el de una fobia específica pero es igualmente efectivo y sobre todo necesario. Si este trastorno no se trata, la ansiedad va abarcando cada vez más terreno y puede desencadenar trastornos más graves en la edad adulta.
Trastorno obsesivo compulsivo:
Es lo que conocemos como TOC. Es un trastorno más grave que los anteriores y con un nivel de sufrimiento mayor. Suele aparecer hacia los 8 años, aunque muchos de los adultos que lo padecen, refieren haberlo tenido casi toda la vida aunque de niños había pasado desapercibido.
Se caracteriza por un nivel de ansiedad muy elevado y por la presencia de obsesiones y compulsiones.
Las obsesiones son ideas, imágenes o impulsos intrusivos que irrumpen y asedian a quien las padece. Son difíciles de controlar y generan gran malestar. El niño no puede desprenderse de ellas.
Las compulsiones son acciones o pensamientos que sirven para disminuir la ansiedad que la obsesión genera o bien para evitar un daño, evitar que algo malo suceda (pensamiento mágico). Si el niño no hace el ritual, se genera un nivel de ansiedad altísimo. Las compulsiones más características en los niños son:
- Lavado de manos.
- Necesidad de repetir, chequear y contar.
- Rituales a la hora de ir a dormir.
- Orden y rigidez.
Tratamiento:
Es un trastorno más grave y es crónico. El tratamiento aliviará los síntomas y sobre todo el sufrimiento que padecen pero no hará desaparecer el trastorno.
A diferencia de lo que ocurre con los adultos, en los niños se usa el tratamiento psicológico solo, sin tratamiento farmacológico. Aunque en ocasiones, cuando los síntomas resultan muy severos y difíciles de controlar, se indica, además del abordaje familiar, la psicoeducación y la terapia cognitivo-comportamental, el tratamiento también con psicofármacos.
Es imprescindible que reciban tratamiento lo antes posible para prevenir la aparición de otros trastornos como la depresión o el abuso de sustancias en la adolescencia, que son bastante frecuentes. En el teu espai, contamos con especialistas en este tipo de trastorno.