Según un estudio de Pereda, Guilera, Forns & Gómez Benito (2009), un 9.2% de la población europea ha sufrido abuso sexual. ¡Un 9.2% me parece una cifra alarmante!
Hay una página web, One in Five , que debe su nombre a estas estadísticas: 1 de cada 5 niños europeos sufrirá abuso sexual.
Entonces, ¿por qué seguimos pensando que a nuestro hijo/a no le va a pasar? Señores y señoras, con estas estadísticas en la mano, no podemos dejar que la prevención de los abusos sea algo de lo que no se hable en casa. Y lo que más me sorprende, es que con estos datos no formemos a nuestros profesionales para detectar el abuso, profesores o pediatras, que puedan proteger a los menores. Charlas en los colegios para los padres. Son las propias víctimas de abuso las que se mueven para prevenirlos formando asociaciones como es el caso de Vicki Bernadet. Gracias a ellos la sociedad empieza a tomar conciencia.
Además no debemos olvidar que los abusadores normalmente son personas del entorno más cercano de los niños (padres, tíos, abuelos, maestros, entrenadores, monitores,…). Razón de más para formar a los profesionales.
¿Qué podemos hacer como padres para prevenir el abuso sexual?
1. Educar en el respeto
El respeto por los derechos del menor y por su propio cuerpo. Para esto, deberemos respetarlos de verdad:
- Si le da vergüenza desnudarse con el probador abierto en la tienda de ropa, lo respetaremos y cerraremos la puerta. No le diremos, no pasa nada, eres pequeño/a y no tienes nada que esconder.
- Respetaremos su decisión de no dar un beso a algún familiar. Es verdad que como padres debemos educarlos y decirles que deben saludar cuando llegan y cuando se van, pero un beso se da no se obliga. Cada vez que yo le obligo a darle un beso a un adulto, le digo “tú no decides sobre tu propio cuerpo, es el adulto”.
2. Ellos también pueden decir que NO
Es importante que les dejemos opinar, tomar partido de las decisiones familiares (las más triviales, las que pensemos que pueden hacerlo) como por ejemplo:
- Prefieres ir al cine o quedarnos en casa
- ¿Te apetece salir hoy?
- ¿Qué prefieres de postre, melón o manzana?
Son pequeñas decisiones que les dicen: tú eres importante y formas parte de esta familia. Les ayudas a crecer en la autonomía y fomentas una buena autoestima. Además si hay algo que no le gusta, es bueno que lo diga, que se exprese:
- No me apetece ir a esta boda!!
- Entiendo que no te apetezca porque no habrán niños de tu edad. Me gusta que me digas lo que opinas pero ya sabes que debemos ir, es nuestra familia. Ya verás como después te lo pasas bien.
De esta manera, haremos que se sientan capaces de decir que NO a las cosas que no les gustan. Y si además alguna de las veces que dice que NO se respeta su opinión mucho mejor.
Si por el contrario, les tratamos siempre como niños sin tener en cuenta sus opiniones y sin dejar que digan que NO a nada, el mensaje que les damos es: “el adulto manda y tú no puedes decirle que no”. Pensad en este mensaje en clave de abuso, estamos abriéndole la puerta al abusador.
3. No fomentes los secretos
Los secretos entre adultos y niños no son buenos. Podemos hacer sorpresas a otros miembros de la familia pero no guardar secretos que no se puedan decir a otros. El abusador siempre usa el secreto para mantener a la víctima en silencio. Si nosotros normalizamos su uso en casa, de nuevo les facilitamos el paso.
En nuestra familia no hay secretos porque son justo lo contrario de una buena comunicación.
4. Habla de abusos en casa
En momentos como el baño, puedes aprovechar cuando hagas la higiene de los genitales para hablarles de la privacidad de su cuerpo, que un adulto no debería tocárselos. Solo los padres y un momentito para lavarlos.
Dependiendo de la edad del niño, podrás ser más explícito o menos. En niños a partir de 9-10 años puedes incluso contarles una historia de tu infancia donde se produjo abuso, o de alguna noticia que conozcas. En niños más pequeños puedes usar cuentos como:
“Leiko y la mano”
“Ni un besito a la fuerza” (Maite Canal)
Si en casa se habla de esto, será mucho más fácil que mi hijo/a, sea capaz de decírmelo si alguna vez le pasa. No se trata de alarmar, se trata de hablarlo como se habla de cualquier otro peligro (no debes cruzar la calle con el semáforo en rojo o si un amiguito te pega fuerte díselo al profesor).
5. Sentir que sí y sentir que no
Desde bien pequeñitos los niños saben distinguir lo que les hace sentir bien de lo que les hace sentir mal. Deberíamos enseñarles a sentir que sí, sentir que no. A veces que te cepillen el pelo te hace sentir que sí pero otras veces te dan un tirón y sientes que no. A veces que te acaricien te hace sentir que sí pero otras veces esas caricias te pueden hacer sentir que no. Lo que te hace sentir un SÍ será bueno para ti y lo que te hace sentir que NO, debes pararlo diciendo justo eso, diciendo NO. Algo tan sencillo y tan potente como esto se debería hablar en todas las aulas de nuestros colegios.
6. ESCUCHA A TU HIJO/A
Nunca me cansaré de decirlo en la Escuela de Padres y Madres o en las charlas. Hay que escuchar a nuestros hijos, aunque nos parezca más de lo mismo, aunque sea la décima vez que se ha enfadado con su mejor amiga en una semana. Lo que es importante para ellos, es importante para ti. Escucha qué quiere decirte y escucha cuando te da una explicación sobre algo.
Siempre recordaré una sesión con unos padres sobre pautas educativas que me decían que su hija era muy desobediente (como todos dije yo) y me explicaron lo que les había pasado el otro día:
- Le dije una y otra vez que no se subiera a la silla. Fui y la bajé. Hasta tres veces. Al final le dije que la castigaría y aun así lo volvió a hacer. Está claro que me desafiaba descaradamente.
- ¿Le preguntaste qué quería? Me extraña que insistiera en hacerlo sin ninguna finalidad
- No le pregunté pero estoy segura que quería alcanzar su osito porque fue lo que cogió al subir.
Podríamos haber evitado un castigo y un mal rato, si en vez de insistir en nuestra autoridad nos acostumbramos a preguntar primero ¿por qué quieres hacerlo? Antes de decir que no.
Si mi hijo/a está acostumbrado a que se le escuche en casa, será mucho más fácil que venga a contarnos lo que les pasa. Y cuando te cuente algo malo que le ha pasado huye del sermón paternal, no necesita que le digas lo mal que lo ha hecho, eso ya lo sabe, solo necesita que le escuches.
¿Cómo puedo detectar un posible abuso sexual en mi hij@?
No hay un signo identificativo del abuso, no existe una prueba ni física ni psicológica que te diga con un 100% de seguridad que ha habido un abuso. Pero, por suerte, hay unos indicadores que como padres podemos tener en cuenta para ver si algo no va bien:
- Problemas de sueño
- Bajada del rendimiento escolar
- Aislamiento
- Si de repente no quiere ir al fútbol cuando siempre ha ido súper contento. Debemos preguntarle qué pasa, no obligarle a ir sin más porque hemos pagado el trimestre. Puede que sea por algún otro motivo, pero como padres debemos averiguarlo.
- Conductas disruptivas (agresividad, ira, rabia)
- Vocabulario sexual inadecuado para la edad
- Tristeza o irritabilidad. O sea, que se muestre triste o que salte por cualquier cosa con rabia y de manera desproporcionada.
- Que no quiera ir con un familiar con el que siempre se iba tan contento/a. Una vez más insisto, esto no quiere decir que seguro que hay un abuso, simplemente en vez de obligarle a ir sin más, primero debemos indagar.
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