La respuesta a esta pregunta tendrá que esperar. Primero quiero explicaros una historia:
“María era una niña bastante aplicada con sus deberes. Hasta los 8 años, sus padres no tuvieron que esforzarse para que sacara buenas notas. Pero con la entrada de las multiplicaciones la cosa cambió. Sus padres lo intentaron todo y cada año le prometían un regalo si aprobaba las matemáticas. Casi siempre acababa aprobando y los regalos iban aumentando de valor conforme la niña crecía y con ella, su exigencia. Cada año se repetía el mismo patrón, suspendía todos los trimestres y solo aprobaba en el final, cuando sus padres le prometían el regalo. Cansados del chantaje y del malestar que se generaba durante todo el curso, se pusieron en contacto conmigo. Se había generado un mal hábito y ahora tocaba cambiarlo.”
Pero lo peor de esta historia, no son las malas notas de María, lo verdaderamente trágico fue que ella no había aprendido nada acerca del esfuerzo, de la motivación y de las obligaciones. Cada vez los regalos eran mayores y ella los exigía para aprobar. Lo que empezó como una motivación acabó como un verdadero chantaje.
Los psicólogos hablamos mucho sobre motivación y hay que distinguir bien dos tipos:
La motivación intrínseca: en la que el único incentivo es la realización de la conducta en sí misma. Lo que nos motiva para realizar esa conducta es inherente a nosotros mismos como, por ejemplo, cuando practicamos un deporte que nos gusta o para superarnos a nosotros mismos.
La motivación extrínseca: aquí el incentivo está fuera, son reforzadores o incentivos positivos o negativos, externos a nosotros mismos y a la actividad. Sería el salario de nuestro trabajo o un bien material a cambio de algo.
No hace falta ser psicólogo para intuir qué motivación es la que mantiene la conducta en el tiempo, la que va a mantenernos realmente motivados y va a hacer que nos esforcemos. No hay mayor satisfacción que hacer algo para superarnos y conseguirlo. No hay nada que genere mayor hastío que hacer algo para conseguir un bien material totalmente ajeno a lo que hacemos, el placer del bien material se desvanece tan rápido, que cada vez necesitamos un bien más grande para realizar el mismo esfuerzo.
Esto no significa que no debamos usar nunca el premio o el castigo. Significa que debemos saber cuándo y cómo usarlos. Por norma general, no los usaremos para que nuestros hijos lleven a cabo sus obligaciones y responsabilidades. No deberíamos premiar las rutinas de casa como son recoger su ropa, poner la mesa o hacer su cama. Ni por cumplir con sus obligaciones como son estudiar, hacer los deberes, acudir a sus actividades extraescolares, etc…
Cuando nuestr@s hij@s no cumplen con sus obligaciones deberán tener consecuencias lógicas, más que un castigo, debería ser una retirada de privilegios. Si hoy no ha hecho su cama antes de irse al colegio, deberá hacerla por la tarde y perderá su ratito de televisión. No es un castigo, es una consecuencia lógica a su conducta.
Pero la mejor alternativa será siempre el refuerzo positivo, el elogio, la alabanza y el acompañamiento paciente para crear hábitos. En el ejemplo de la cama, primero será una actividad que haremos juntos hasta que la aprenda y luego la elogiaremos cuando la haga sol@. Se trata de generar conductas que deberán perdurar en el tiempo. Una vez has creado el hábito, luego es pan comido 😉
7 claves para motivar a tus hij@s a que saquen buenas notas:
1. Crea hábito de una manera positiva
2. Elogia su esfuerzo, no solo sus resultados
Si nuestr@ hij@ se ha esforzado, ha hecho los deberes y ha estudiado para un examen, no elogiaremos solo la nota que haya sacado: si saca buena nota le diremos que estamos orgullosos porque se ha esforzado y ahora se ven los resultados y si saca mala nota, le diremos que estamos orgullosos porque se ha esforzado mucho y que aunque los resultados no reflejan todo su esfuerzo, estamos seguros de que si persiste lo conseguirá.
3. No uses premios. Premiar por las buenas notas distrae su atención
Si premio una buena nota, dirijo la atención hacia el regalo y no dejo que se fije en lo que es realmente importante: la satisfacción por haber hecho algo bien. Se sentirá content@ por el premio y no por su propio logro.
4. No castigues un fracaso
Si tu hij@ se ha esforzado y ha sacado mala nota, no uses un castigo. Si tu hij@ no se ha esforzado y ha suspendido, no uses un castigo, hazle ver las consecuencias de su poco esfuerzo. Centra su atención en el malestar por no conseguir algo.
5. Celebra y comparte sus buenas notas
Cuando recibas las notas este final de curso, compártelas con otros familiares, abuel@s, tí@s… Comparte sus éxitos y celébralos en familia (un helado juntos, una salida especial…). Estos son refuerzos positivos que demuestran lo orgullosos que estamos de ell@s. La diferencia con el premio material es que cuando le prometemos un premio a cambio de una buena nota, convertimos la motivación de intrínseca a extrínseca y aquí está el error. Cuando reforzamos con elogios la conducta, una vez realizada, fomentamos la motivación intrínseca y les demostramos que nos importa su esfuerzo, que nos sentimos orgullosos y que valoramos sus logros.
6. Ten en cuenta sus capacidades
No todos los niñ@s tiene las mismas habilidades. Hay quién es muy bueno en matemáticas y quién lo es en lengua o en fútbol. Si crees que hay alguna asignatura que le cuesta más que otras, busca ayuda, habla con sus profesores y valora la necesidad de un refuerzo. No pidas más de lo que puede dar, le crearás frustración. Debemos ser conscientes de sus limitaciones y apoyarlos para que den lo máximo de sí mismos, pero lo máximo en la medida de sus posibilidades. No le digamos a un pez que vuele. Fomenta siempre sus habilidades, si ves que algo le interesa, que hay algo en lo que es buen@, apóyal@ en eso, será su éxito.
7. No compares
Muy ligado con el punto anterior, cada un@ es buen@ en lo que es buen@. No le compares con herman@s o amig@s, eso no le motiva, le frustra. El mensaje que le envías es: tú no eres igual de buen@!
Cada persona es única y así deber seguir siendo.
Volviendo a la pregunta del principio, os invito a que me dejéis vuestras respuestas en un comentario:
¿Debemos premiar y castigar a nuest@s hij@s para que saquen buenas notas?
1. Si
2. No
3. Casi nunca
4. A veces
La respuesta corta es no. Y para mí, los puntos básicos son el 6 y el 7. Si tu hijo puede rendir más, es importante que le enseñes a llegar a su tope, ya sea con técnicas de motivación, buscar alternativas de aprendizaje o lo que sea. Por supuesto, jamás debes compararlo con otro niño, porque ha de entender que todos tenemos los mismos derechos pero no todos somos iguales.
Así que en resumen, y personalmente, yo premio o castigo en función de su capacidad y de sus resultados. Si mi hijo es un desastre para el dibujo pero se esfuerza todo lo que puede, le premio por el esfuerzo y no porque haya sacado un cinco o un seis. Y al reves, si tiene capacidades y hace el vago de forma miserable, me da lo mismo que saque un nueve, no tiene premio por lo mismo que antes, por su actitud.
Hola,la repuesta es no ,reconozco q he probado tanto el premio y el castigo y con mi hija no me ha funcionado.Tiene muy poco interes por los estudios ,tengo q tirar de ella q se ponga y la verdad q no pasamos u rato agradable,sobretodo por la cantidad de deberes q les mandan ,se les hacen .muy pesados.Intentare hacer caso de estos buenos consejos a ver si lo consigo,Gracias Mireia.