Nos encontramos en una situación en la que comer sin hambre para aplacar sentimientos, sintomatología o simplemente por aburrimiento se da de manera más habitual de la que debería.
“comes por comer” “como sin hambre” “necesito chocolate”
Es importante saber que podemos detectar dos tipos de hambre, los cuales pueden darse en algún momento de nuestras vidas. El hambre fisiológico es aquel en el que cuando tus reservas están llegando a niveles bajos el cuerpo le envía una señal al cerebro para hacernos saber que necesitamos energía y nutrientes para poder seguir funcionando. Éste tipo de hambre lo podemos identificar por sensaciones físicas en el estómago, porque aparece de manera progresiva y, sobretodo, porque nos satisface y nos hace sentir bien.
Desde el punto de vista de la nutrición y la alimentación saludable se trata del tipo de hambre perfecto debido a que evitaríamos muchas enfermedades relacionadas con la alimentación, como por ejemplo, el sobrepeso. Desgraciadamente no es el único que debemos contemplar, contrariamente al fisiológico existe el emocional.
El hambre emocional aparece en aquellos momentos en los que sin necesitarlo recurrimos a la comida de manera repentina y urgente. Surge al tener sensaciones de vacío o ansiedad y la utilizamos como herramienta para cubrir esas emociones que nos crean malestar. No nos sirve todo tipo de alimentos como frutas o verduras sino que se caracteriza por desear o creer necesitar “comidas antojo” como pueden ser alimentos altos en grasas, azúcares y sal, por ejemplo, chocolates, golosinas o aperitivos salados. Lo más importante para poder identificar cuando estamos sufriendo hambre no necesaria y no saludable es reconocer que sensación obtenemos después de realizar la ingesta así como que pensamientos nos llevan a hacerla, cuando se nos pase por la cabeza “necesito…” ¡ATENTOS! El hambre emocional, a diferencia del fisiológico, no nos produce satisfacción ni saciedad y sobretodo no nos hace sentir bien.
Es importante reconocer y aceptar todas nuestras emociones, todas son válidas y nos debemos permitir sentirlas e identificar cual puede ser su origen para trabajarlas en profundidad. No debemos olvidar que los alimentos existen para nutrirnos y darnos la energía necesaria cuando nuestro organismo la necesite pero no es la pócima secreta para paliar o eliminar emociones que nos crean malestar o simplemente no queremos sentirlas.
Algunas soluciones frente a este tipo de ingesta pueden ser:
- Evitar comprar azúcares, grasas no saludables y salados y más alimentos reales como pueden ser frutas, verduras y frutos secos para disponer de más comida saludable que de no saludable siempre que nuestro cuerpo nos diga que “necesitamos” algo.
- Diseñarnos un menú diario planificando cinco comidas al día.
- Es una oportunidad para iniciarse en la técnica de parada de pensamiento y poder tomar conciencia de nuestras emociones.
- Iniciar una rutina de ejercicios, sobretodo para estos días que debemos permanecer en casa y la tentación y el aburrimiento fácilmente nos pueden atrapar.
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