Si quieres que tu hijo sea una persona equilibrada, empática y tolerante, es fundamental que desarrolle la llamada inteligencia emocional. Una habilidad que le permitirá gestionar mejores situaciones de estrés, entenderá mejor a los demás haciendo que sus relaciones sociales, familiares y personales sean más favorables.
- Lo primero que debemos hacer es ponerles nombre a las emociones. Vamos de las más básicas (miedo, ira, alegría, tristeza) a más complejas (envidia, aburrimiento, frustración, etc.). Las podemos explicar de numerosas maneras, ya sea a través de cuentos, películas, experiencias personales, teatro, etc. O incluso si el niño te cuenta alguna situación y no sabe lo que siente, puedes ponerle nombre a la emoción que está viviendo; por ejemplo, “entiendo que sientas rabia porque Paco no quiera jugar contigo”.
- Fomenta su empatía. Situaciones en que no se ponga o no sepa ponerse en el lugar del otro son una buena oportunidad para que hables con él. Por ejemplo: si tu hijo/a ha empujado a otro/a y no le pide disculpas, es un buen momento para decirle cómo se sentiría si eso se lo hubieran hecho a él mismo.
- Saber confrontar las emociones. Es frecuente que los niños en ocasiones se vean superados por las emociones, rabietas que les hacen gritar o golpear cosas. Es preciso que nosotros no endurezcamos esas situaciones, una vez haya acabado la rabieta podemos enseñarles por ejemplo que antes de gritar o pegar, es mejor expresar en voz alta qué les molesta.
- Enseñarles a saber escuchar. Desde muy pequeños deben saber estar en silencio mientras los demás hablan. Y no solamente eso, sino que la escucha debe ser activa. Por eso es recomendable hablarles despacio, tranquilos, mirándoles a los ojos y preguntándoles si han entendido lo que les hemos dicho.
- Fomentar un diálogo democrático. Si les enseñamos desde bien pequeños la importancia de pactar, dialogar, de acordar de modo democrático facilitaremos que lo generalice en otras situaciones del día a día.
- No ocultar nuestros sentimientos. Reprimir nuestra tristeza porque se ha muerto algún ser querido o nuestro enfado porque nos hemos peleado con nuestro/a superior, no ayuda a que el niño pueda entender mejor las emociones. Éstas las tenemos todo el mundo, y debemos demostrarle a los nuestros que las tenemos.
- Autocontrol. Si les damos estrategias para que puedan autocontrolarse, haremos que ellos puedan controlar sus impulsos y retrasar la recompensa inmediata.
- Expresar sus emociones. Por último, y no menos importante, hay una infinidad de niños que vienen a la consulta sin saber hablar de sus emociones. Si les enseñamos a que puedan cómodamente expresar lo que sienten conllevará a que su comunicación sea más fluida, además de saber resolver mejor las situaciones que les preocupa.
“Gracias a la inteligencia emocional podemos enseñar a los más pequeños a ser más felices y a entender mejor el mundo que les rodea. Eso sí, debemos ser nosotros su mejor ejemplo”.
Geracias,
Como padre su información y consejos me han ayudado con mi hija menor, de 9 años, aunque tengo hijos mayores (35 y 32 años).
Son otros tiempos, otro tipo de joven, y por tanto aun antes de ayudar a mi hija, me e ayudado yo a cambiar mi forma de educar.
De nuevo, GRACIAS.