Hay un elemento que siempre nos acompaña a lo largo de nuestra vida y nos cuesta mucho desprendernos de ello, la temida incertidumbre. La falta de certeza en nuestra rutina, en nuestra vida diaria que nos suele crear malestar e inseguridad en nuestros actos y en nuestra persona.
Nuestra vida depende de la necesidad de control, de rutina y de hábitos establecidos. Nosotros como ser humano buscamos la seguridad de saber que lo tenemos todo controlado, que sabemos que pasará al día siguiente y de poder saber anticiparnos a cualquier cambio que venga.
Esto siempre nos acompaña, pero en los tiempos que estamos viviendo, a consecuencia del Covid-19, este sentimiento de incertidumbre nos golpea más fuerte.
¿Qué pasará después del confinamiento? ¿Todo volverá a ser como antes? ¿Volveremos a ir con la misma seguridad que caminábamos por las calles? ¿Qué cambiará?
Estas son las preguntas que más nos hemos hecho a lo largo de estos días.
¿Qué debemos aprender de la actual situación?
Nuestra actitud de manera consciente o inconsciente cambiará. Siempre quedará en nuestra memoria el momento que estamos viviendo, estos recuerdos deberán tratarse como experiencia personal con muchos aprendizajes.
Hemos aprendido a escucharnos un poquito más a nosotros mismos, dejando de lado el estrés del día a día y recuperando actividades que nos producen placer que teníamos abandonadas.
Levantarnos por la mañana y sentarnos al borde de la cama, escuchándonos y saber si lo que hacemos diariamente nos hace sentir bien y si no es así, plantearnos pequeños cambios para sentirnos mejor con nosotros mismos.
O simplemente haciendo cosas para mantener ocupados la mente y el cuerpo.
Hemos podido ver como todo se adaptaba a nuestro alrededor, siempre de la mejor manera posible, amortiguando el impacto psicológico con vídeos plagados de humor, creando una identidad social de superación con el cantico “resistiré”, identificándonos como colectivo… pero también hemos presenciado la otra cara de la moneda, aquello más doloroso. La muerte, la enfermedad y la impotencia de no poder controlar esta situación… creándonos así la incertidumbre.
¿Cómo combatir la incertidumbre?
–Aceptándola. Conectando con nuestras emociones y con nosotros mismos. Así ahuyentaremos la frustración de no tener control sobre la situación.
-Estamos en una situación en la que no hay un final exacto y debemos tenerlo presente, aceptarlo y no anticiparnos.
-Es universal. Debemos pensar más en el conjunto, fortaleciendo así la identidad colectiva. No estamos solos en esto.
–Aprender de la novedad del día a día. Nunca antes habíamos estado ante una situación parecida.
-Validar situaciones buenas, malas y neutrales. Vivir el presente y la generosidad de cada una de las situaciones que nos plantea esta realidad.
–Gestionar aquellos pensamientos que infunden miedo y desesperanza y transformarlos en pensamientos que nos permitan crecer y no actuar irracionalmente.
Pensar en el futuro es la oportunidad de estar delante de un abanico de opciones y posibilidades de cambio, de transformación, de mejora…
El miedo desaparecerá.
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