Os alegrará saber que las rabietas forman parte del proceso de maduración de los niños. Al menos es un alivio saber que no somos los únicos padres del mundo que las sufrimos y que nuestros hijos no son pequeños monstruitos gritones y llorones.
Las rabietas son la respuesta que le dan los niños a su frustración. Cuando algo no sale como ellos quieren, cuando les decimos que no a algo o simplemente cuando tienen sueño o están cansados, experimentan esa mezcla de emociones negativas que no saben gestionar y que airean con gritos, llantos y patadas. Quién las ha vivido sabe de lo que hablo.
Suelen aparecer hacia los 2 años y deberían durar hasta los 4-5 años. Todos los niños hacen alguna rabieta en su vida. Aunque los hay que parece ser su forma de vida.
¿Por qué unos niños tienen más rabietas que otros? Puede ser por su propio temperamento o porque los padres, sin saberlo, las han reforzado. Hay niños mucho más expresivos que otros y normalmente estos son los niños que más rabietas hacen.
Claves para prevenirlas:
1. Predecirlas
Debemos estar atentos a estas rabietas, observar cuando aparecen e intentar entender por qué se han dado. Si está cansado o no ha dormido siesta será más probable que aparezcan, por lo tanto, en estos casos, deberemos evitar conflictos e intentar que se vayan a dormir lo antes posible. Si somos buenos observadores, seremos capaces de ver cuando está a punto de aparecer una, en ese momento debemos distraer a nuestro hijo con alguna actividad agradable o con cualquier cosa. Normalmente cualquier distracción suele ser útil.
2. Elegir bien cuando digo NO
Si sabemos que decir un NO suele acabar con una rabieta de nuestro hijo, deberemos elegir muy bien a qué decimos no y a qué no. Vamos a gastar nuestras energías en lo que es realmente importante y no vamos a decir un no de manera sistemática a todo. Algunos padres tienen miedo de consentir cuando ceden a alguna petición de sus hijos y por este motivo suelen decir sistemáticamente que no a todo. Pero dejar que nuestro hijo opine alguna vez o elija algo, no es consentir. Tenemos que guardar los NO para cosas realmente importantes, para el resto, dejaremos hacer o negociaremos.
3. Estar atento a sus necesidades
Normalmente las rabietas aparecen en momentos de estrés, en los que los padres no prestamos atención a las necesidades de nuestros hijos. Por las mañanas cuando llegamos tarde al colegio o cuando llegamos tarde a una reunión familiar. En estos momentos, dejamos de atenderles y además les trasmitimos nuestro propio estrés y ellos deciden que lo mejor es montar un numerito de los suyos que aumentará más nuestro nivel de ansiedad y acabará con gritos por ambas partes y guerra asegurada, haciendo que lleguemos todavía más tarde al cole.
¿Cómo lo evitamos? levantándonos antes por la mañana. El tiempo es responsabilidad nuestra, ellos no tienen noción del tiempo, no saben que es llegar tarde, no saben que son 5 minutos, ni siquiera saben si hoy hay colegio. Nosotros somos los que debemos llegar pronto y organizar bien la mañana y no podemos responsabilizar de esto a nuestros hijos. Entender esto nos evitará muchas rabietas.
4. Avisar antes de frustrar
Cuando nos vamos del parque o dejamos de hacer una actividad agradable para ellos es un buen momento para la rabieta. Una manera de evitarlas es ir avisando de que llega el momento de irnos. Se trata de no frustrar de golpe y de ir diciendo que llega el momento de cambiar de actividad.
5. Rutina y descanso
Pero aunque lo hagamos lo mejor posible y estemos muy atentos, tarde o temprano sufriremos alguna de estas temidas rabietas y en esos momentos debemos saber cómo actuar.
¿Qué hacer cuando nuestro hij@ tiene una rabieta?
1. Ignorar
Durante la rabieta, debemos ignorar la conducta y esperar a que se calme. Nos aseguramos de que no puede hacerse daño y les retiramos nuestra atención. Si estamos en medio de la calle o nos tenemos que ir, lo cogemos en brazos sin mirarle y sin hablarle y nos lo llevamos de allí. Reñir al niño en ese momento, lo único que hará es sumar más rabia al momento y hacer que dure más la rabieta. El niño, en medio de una rabieta, no nos va a escuchar, por lo tanto echar un sermón o intentar razonar con él será una pérdida de tiempo.
2. No ceder
Si la rabieta se ha iniciado porque nos ha pedido algo y le hemos dicho que no, tenemos que ser firmes y no darle nunca lo que nos ha pedido. Si nuestro hijo consigue lo que pide con una rabieta, el mensaje que le estamos dando es: cuando te diga que no a algo, tú monta un numerito y verás como al final lo consigues. Y reforzaremos la rabieta, asegurándonos esta conducta más allá de los 5 años.
3. Dar un abrazo
Cuando empieza a calmarse, no debemos temer darle un abrazo. Es muy probable que, después de una rabieta, el niño busque nuestro cariño. No hay que temer dárselo. Seguir enfadados con ellos, solo servirá para alargar más la rabieta. Acaban de pasar un mal rato, han experimentado emociones negativas y ahora necesitan nuestro afecto.
4. Poner nombre a lo que ha pasado
Muchas veces, sabemos exactamente el porqué de esas rabietas y debemos ayudar a nuestros hijos a entenderlo y a procesarlo: “Entiendo que estés enfadado porque querías estar más rato en el parque, pero era la hora del baño y teníamos que irnos a casa, mañana volveremos al parque a jugar”. De esta manera les decimos, por un lado, que los entendemos y por otro, les ayudamos a poner nombre a la emoción que han experimentado.
5. Ofrecer una actividad agradable
Una vez acabada la rabieta, podemos ofrecerle hacer alguna actividad que sabemos que les va a gustar y les va a ayudar a sentirse mejor, necesitan aferrarse a un éxito. “¿Quieres que leamos juntos un cuento?”
Y colorín colorado la rabieta se ha acabado!
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