

¿Podemos educar bien a nuestros hijos sin usar el castigo? ¿Conseguiremos que nos obedezcan?
Si no castigamos entonces cuando se portan mal ¿Qué hacemos?
La primera vez que le propongo el reto de educar sin castigar a unos padres, la pregunta que me suelen hacer es: ¿Y entonces cómo lo hacemos?
Nuestra sociedad, nuestra educación y hasta nuestra religión está fundamentada en el premio y el castigo. Por lo tanto, no es de extrañar que nosotros como padres no sepamos hacerlo de otra forma, porque lo que hemos aprendido es que cuando se hace algo mal, alguien te castiga y cuando se hace algo bien, alguien te recompensa. Si robamos podemos ir a la cárcel y si trabajamos bien cobraremos a final de mes…. Pero en el fondo sabemos que todo esto no es efectivo y no soluciona el verdadero problema. El que roba, probablemente seguirá robando si no se le ayuda a conseguir un trabajo y el que trabaja regular puede tener el mismo sueldo que su compañero que trabaja genial. Además trabajar solo por dinero no motiva a nadie, ni te hace feliz.
Pero mi objetivo no es cambiar la sociedad ni mucho menos, mi objetivo es proponer otra manera más efectiva de educar a nuestros hijos, mi objetivo es responder a la pregunta ¿Y entonces cómo lo hacemos?
¿POR QUÉ EL CASTIGO NO FUNCIONA?
Aquí os dejo mi explicación en nuestro canal de YouTube
El primer motivo para educar sin castigar es precisamente este: el castigo no funciona.
Durante mucho tiempo he recibido en mi consulta padres desesperados por el mal comportamiento de sus hijos. A menudo me he encontrado que son niños hipercastigados y claro si yo estoy castigado por los siglos de los siglos, mi motivación para portarme bien es nula.
Todo esto me llevó a plantearme la función del castigo y llegué a la conclusión de que el castigo debería enseñarnos algo, debería hacer que nos portáramos mejor. Enseguida me di cuenta de que, en muy pocas ocasiones, el castigo cumplía con su función y busqué la causa.
Esto es lo que encontré:
- Con mucha frecuencia castigamos en momentos de rabia y solemos usar castigos desproporcionados y poco educativos.
- Los castigos no suelen tener nada que ver con la conducta mal hecha.
- La reacción de los niños suele ser de rabia (contenida o no). La rabia no motiva a portarse bien, normalmente es al contrario.
- Muy pocas veces se cumplen los castigos. Y cuando los hacemos cumplir tampoco son garantía de que el niño no vuelva a cometer ese error.
- La mayoría de castigos no enseñan nada.
- Muchas veces los castigos responden a mi frustración como padre. Cuando mi hijo se porta mal pone en evidencia mi pericia como padre y me hace sentir fracasado. En ese momento corrijo su mal comportamiento desde la ira. ¿Quién no se ha encontrado alguna vez con una rabieta de su hijo delante de un grupo de amigos? ¿Y qué haces?
- Los castigos generan malestar a todos los miembros de la familia, igual que los gritos. Nos hace sentir mal
- A veces el castigo parece más una venganza: “hoy te quedas sin dibujos todo el día” que algo pensado para educar bien a nuestros hijos.
Una vez que llegamos a esta conclusión, se nos plantea un gran reto: poner límites a nuestros hijos y hacer que nos obedezcan. Enseñarles lo que está bien y lo que está mal sin castigar su mala conducta
SI NO CASTIGAMOS ¿CÓMO LO HACEMOS?
Está claro que una de nuestras funciones como padres es educar a nuestros hijos, enseñarles a vestirse solos, a lavarse los dientes, a comer sano…pero eso no es todo. A parte de crear esos hábitos también tenemos que enseñarles lo que está bien y lo que está mal, donde está permitido correr y saltar y donde debe estarse quieto, como tiene que hablar, saludar, pedir perdón…En fin, miles y miles de aprendizajes que les harán crecer y acabar siendo unos adultos responsables. No está nada mal para empezar.
Yo siempre digo que los padres somos generadores de hábitos y cuando tenemos uno hecho, nos toca ir a por el siguiente. Cada etapa tiene sus propios aprendizajes. Y todo aprendizaje conlleva tiempo y errores.
Está claro que más de una vez nos encontraremos en situaciones en las que nuestros hijos no lo harán bien, a veces simplemente porque no lo saben hacer mejor (están aprendiendo) y a veces porque están cansados, irritables o se sienten mal por algo. Sea por el motivo que sea, yo deberé rectificar esa conducta. ¿Cómo?
1.¿Por qué se ha portado mal?
Os voy a desvelar cuál es la primera pregunta que yo me hago cuando mis hijos se portan mal:
¿Qué he hecho yo mal?
Y analizo: estoy más nerviosa de lo normal, no he sido clara al poner la norma, no he estado atenta a sus necesidades,… Si detecto aquí el fallo lo rectifico. Muchas veces aquí se acaba el problema.
Puede ser que haya titubeado al decir que NO, entonces me ratifico en el NO hasta que lo entienden, sin gritar y sin prisa, en cuanto detectan que no hay nada que hacer dejan de insistir.
Tal vez no he visto que estaban demasiado cansados o irritables y que debo ser más flexible con las normas. O a veces me falta paciencia, porque estoy más nerviosa o he tenido un mal día, para esperar a que lo hagan bien, porque eso suele llevar un tiempo.
Cuanto peor se portan, peor lo estamos haciendo nosotros. Por lo tanto, para y analiza qué puedes mejorar.
La segunda pregunta que me hago es:
¿Lo ha hecho queriendo o ha sido un error?
Es importante analizar esto. ¿Mi hijo/a ha cometido un error, ha hecho algo mal porque todavía no sabe hacerlo mejor? Si es así, hay que ser paciente, todo aprendizaje requiere tiempo y esfuerzo. ¿Cuánto tardaste en conseguir que tu hijo/a se lavara los dientes solo/a? ¿y cuánto tiempo más para que lo haga sin que tu se lo recuerdes? Pues una media de 10 años, sí como lo oyes, 10 años de promedio para conseguirlo. Entonces no debemos sorprendernos cuando cometa errores.
También podría pasar que lo haya hecho queriendo, se ha enfadado tanto que ha tirado algo al suelo y lo ha roto. Aquí no hay error, tal vez no pensaba que se rompería o ha sido tan impulsivo/a que no ha pensado en las consecuencias. Y aquí pensaréis, tendré que castigarle ¿no?
Pues tampoco servirá de mucho porque realmente aquí de nuevo hay un aprendizaje y es el de gestionar las emociones, por eso los niños tiran cosas o a veces pegan, porque no controlan. En una situación así, en la que nuestro hijo se ha portado mal queriendo, deberemos analizar una vez más qué ocurre: está nervioso/a, tiene sueño, se ha enfadado y no ha controlado sus emociones….
Lo más importante es saber que aunque lo haya hecho queriendo, su intención no es fastidiar a los padres sin más. Si entendemos esto, salvaremos muchos malos ratos. Los niños, por norma general, quieren agradar a los padres, lo llevamos en los genes. Cuando nacemos dependemos de los adultos para sobrevivir durante muchos años de nuestra vida, sería inútil que pretendiéramos hacerles enfadar. Es anti-natural. Por eso cuando se portan mal a propósito la causa suele ser otra: llamar la atención, estar cansado, frustrado, no sentirse querido….Busca la causa y encontrarás la solución. El castigo no va a arreglar nada aquí tampoco.
Recuerda: tu hijo no hace las cosas mal para fastidiarte sin más, busca la verdadera causa y tendrás la solución
2. ¿Espero demasiado de él/ella?
Esto nos pasa con frecuencia, esperamos de ellos cosas que ni nosotros hacemos bien. Por ejemplo que controlen el tiempo por la mañana antes de ir al colegio. Pretendemos que entiendan conceptos como: corre que nos quedan 5 minutos, no te entretengas con la TV, vístete que llegamos tarde…Un niño/a empieza a saber las horas de un reloj aproximadamente a los 9-10 años, ¿cómo podemos pretender que con 5 años sepan lo que son 5 minutos? y que además actúen en consecuencia y se vistan volando. Esto no va a ocurrir. Hasta de adultos, a la que nos despistamos, llegamos tarde. Si eres de los que por las mañanas tu casa se llena de gritos, prisas y malos ratos, te interesará nuestro artículo.
También espero siempre que me obedezca a la primera y además creo que si no lo hace es un desobediente. Falsa creencia también, si a un niño que está mirando los dibujos le dices que se lave los dientes y automáticamente apaga la TV y va al baño a hacerlo, ese niño tiene un problema. Lo que debe pasar es que se lo digas tres veces o más y hasta que no vas, le apagas la TV y le acompañas al lavabo, no obedece. Si tienes paciencia, cuando crezca te obedecerá a la segunda, con suerte.


Debemos corregir nuestras expectativas. Si un niño/a está jugando en el parque es normal que no quiera irse a casa ¿no crees? es mucho más divertido seguir jugando en el parque. Por lo tanto, no puedo esperar que me haga caso a la primera. Con esto no digo que no pongas límites, tampoco quiero que te quedes a vivir en el parque 😉 solo que tengas paciencia y entiendas que eso que te pasa es lo normal. Sigue insistiendo en su educación, la obediencia es una parte importante a trabajar pero siempre desde la paciencia y la perseverancia, no desde el grito y el castigo.
Sobre todo nos pasa con el control de las emociones, cuando un niño/a se enfada y pega o tira cosas al suelo, no lo soportamos. ¿Qué haces tu cuando te enfadas? Tal vez no le pegues a tu jefe, pero estoy segura de que ganas no te faltan. Ellos no han adquirido todavía la parte de control que hace que tú no le pegues a tu jefe, esto requiere tiempo y práctica. Incluso hay adultos que siguen sin gestionarlo todavía. Por eso, no pretendas que algo tan difícil de aprender lo hagan a la primera. Aprovecha estas ocasiones para ayudarle a aprender de sus errores. Educa también en emociones.
Recuerda: ajusta las expectativas a la edad de tu hijo/a y no esperes cosas que todavía no puede hacer bien por sí mismo/a. No ceses en tu empeño, con paciencia y perseverancia conseguirás su obediencia.
3. Cuando pierdo el control
Recuerdo una vez que fui a buscar a mi hijo pequeño a la guardería, de esto hace ya mucho tiempo. Estaba en el aula, hablando con su señorita, éramos ya de los últimos y mi hijo empezó a ponerse de pie en una silla, yo le llamé la atención y le dije que no subiera y él seguía, fui hasta allí y le hice bajar un par de veces a parte de decírselo unas tres veces más, ¡no podía creer que no me hiciera ni caso! Noté como me ponía nerviosa y sentí que me dejaba en evidencia delante de su profesora. En ese momento, me tuve que contener, pero estuve a punto de perder los nervios. Sentía que mi autoridad de madre quedaba en entredicho. Al final, me armé de paciencia, me acerqué a él y le dije: ¿Por qué subes constantemente a la silla cuando te estoy diciendo que no lo hagas? A lo que él me contestó: quiero coger ese muñeco. Así de sencillo. No me estaba desobedeciendo deliberadamente como yo creía, solo quería coger una cosa y no llegaba.
¿Cuántas veces os habéis sentido así, notando como te hierve la sangre y pierdes la capacidad de autocontrol? En situaciones como esta, nuestro cerebro racional se desconecta y deja rienda suelta a nuestro cerebro emocional, el que no piensa, actúa. En ese momento, no reparamos en las consecuencias, en que podemos hacer daño físico o moral, estamos cegados por la emoción. Es aquí donde aparecen los gritos , los castigos totalmente desproporcionados o el bofetón. Fruto de nuestra falta de autocontrol.
En estas situaciones, no actúes, aléjate. Si ha tirado el plato de sopa al suelo, calla, ves a por la fregona y aprovecha para respirar. Concédete unos minutos antes de volver al lugar de los hechos. No digas nada, porque puedes herirle con frases devastadoras como “eres un inútil” “no hay quién te aguante” etc.. Calla y sal de la situación. Cuando notes que estás más calmado, podrás hablar con tu hijo de otra manera.
Recuerda: tu eres el adulto y no él/ella, debes educar. Pero educar es sobre todo hacer de modelo. Ellos harán lo que tu haces y dirán lo que tu dices.
4. Castigar te aleja de las consecuencias
Al igual que el premio, el castigo puede alejar la atención del niño/a de las propias consecuencias de la conducta y del sentimiento natural de malestar. Nuestra naturaleza nos dota de ciertas cosas de base para podernos empezar a mover por el mundo y una de ellas es el bienestar y el malestar. Cuando acabamos de mamar, sentimos un gran bienestar y cuando no podemos digerir esa leche sentimos malestar. Pues algo similar nos pasa cuando hacemos algo bien o cuando hacemos algo mal. Si que es verdad que no siempre sabemos lo que está bien y lo que está mal, a veces tenemos que mirar la cara que pone nuestra madre para saber si lo que acabo de hacer está bien o mal, pero en cuanto lo sabemos, el bienestar o el malestar aparecen solos. Cuando yo castigo una mala conducta, automáticamente la atención del niño está en el castigo y no en su malestar natural. Entonces cambia el malestar por rabia o ira, que es lo que suele generar el castigo. Emoción que no sirve para aprender precisamente.
Además usamos castigos que nada tienen que ver con la mala conducta ni son castigos educativos. Pero es lo primero que nos sale porque es como nos educaron a nosotros y no sabemos otra manera de hacerlo.
Pero es sencillo, tu hijo/a acaba de portarse mal, ha roto algo o ha tirado todos los juguetes al suelo, muestra tu enfado, tu cara seria y tu tono de voz firme. Eso le ayuda a entender que lo que ha hecho no está bien, deja que el malestar aparezca, dale unos segundos. Entonces dile que lo que ha hecho está mal y que ahora tendréis que recoger el desastre. Puedes ayudarle, no hace falta que lo haga solo/a. Pero sigue mostrando tu enfado (sin gritar) solo estando serio. Ya está. No es tan difícil ¿no?
Pero ¿si no lo castigo lo volverá a hacer? probablemente lo volverá a hacer de todas formas, hasta que aprenda a controlar sus propios enfados y a no tirar las cosas, cuando vea que es muy aburrido tener que recogerlo todo después.
¿Y si le digo que lo recoja y no obedece? Es señal de que todavía está sintiendo la rabia del enfado, debemos esperar un poco más y obedecerá…pero no echemos leña al fuego enfadándonos más o gritando porque eso solo alargará el proceso. Podemos irnos y empezar a hacer algo que le gusta, acabará viniendo a ver y querrá participar, entonces le diremos que primero tenemos que recoger lo que ha tirado y le ayudaremos, también podemos esperar a su lado hasta que decida empezar a recoger o incluso empezar nosotros y pedir su ayuda para acabar pronto y hacer algo más divertido…
Recuerda: tu función como padre es más la de enseñar a tu hijo lo que está bien y lo que está mal que la de castigar su mala conducta, para eso ya tenemos un mecanismo de malestar de serie.
5. Cuando no me obedece
Ahora ya sabéis que los niños no obedecen a la primera, hay que insistir, primero se lo digo, después se lo vuelvo a decir, luego voy y lo acompaño a hacerlo. Más o menos así funciona (recordad como aprenden a lavarse los dientes! )
También sabéis que les costará mucho dejar algo que les gusta por algo que es un rollo (irnos a casa cuando estamos en el parque)
Para ayudarles con todo esto, les avisaré antes, cuando acaben los dibujos nos lavaremos los dientes, cuando te tires tres veces por el tobogán nos iremos a casa… Después cumplimos con lo dicho y les acompañamos.
Algún día, tal vez nos montan el numerito en el parque con una rabieta. No te desesperes, todos los padres hemos pasado alguna vez por eso. Desde la calma, intenta esperar a que le baje la frustración y acaba llevándotelo a casa.
Recuerdo que una vez fui a una conferencia de Pedro García Aguado (Hermano Mayor) y dijo algo que he adoptado y ahora digo yo en muchas ocasiones. Hay niños cuadrados y niños redondos. A los niños redondos les pones el pañal, les das un empujoncito y van solos, no tienes que hacer nada más. A los cuadrados les pones el pañal y les das un empujoncito y solo se mueven un paso y tienes que ir empujoncito a empujoncito hasta que se hacen adultos.
Puede que tengas uno redondo o tal vez uno de cada o uno cuadrado. Si tienes uno cuadrado, todo lo que he dicho te servirá igual pero tendrás que ser mucho más perseverante, más paciente y hacerlo todavía mejor. Yo tengo uno de cada 😉
¿Si no le castigo cuando no me obedece, cómo aprenderá a hacerlo? Pues para aprender a obedecer también se necesita tiempo. Tu hijo/a acabará entendiendo que si tu dices nos vamos va a ser que nos vamos y que no tendrá nada que hacer. Al final dejará de luchar contra eso y entenderá que no hay nada que hacer. Para eso tienes que ser consistente, cuando des una orden hazla cumplir como siempre con paciencia y perseverancia. Si quieres saber más sobre la autoridad te recomiendo este post
Recuerda: la obediencia no deja de ser un aprendizaje y todo aprendizaje requiere tiempo
6. A menudo se porta mal
Detrás de un mal comportamiento hay una emoción no expresada. Un niño/a que se porta mal con frecuencia es un niño/a que se siente mal por algo. Busca la posible causa (separación de los padres, cambio de colegio, nacimiento de un hermanito, pasamos poco tiempo con él /ella…) y podrás acercarte a una posible solución.
Si tu hijo/a está en este grupo y crees que hacéis bien todo lo comentado en el artículo (mirar primero si el fallo es mío, o tengo expectativas altas o poca paciencia etc..). Tal vez haya algún motivo que se os escapa. De todas formas tampoco os servirá de nada el castigo. Al contrario, puede empeorar las cosas. Cuanto peor se porta, más debemos usar técnicas positivas para reconducir la situación. En estas circunstancias, os puede ayudar consultar con un psicólogo que os ayude a analizar bien lo que pasa y a cambiar cosas de casa para ayudar a nuestro hijo a portarse mejor.
“Quiéreme cuando no me lo merezca porque es cuando más lo necesito”
Recuerda: si se porta mal busca mejor la causa, solo así podrás encontrar la solución
7. Tiempo fuera
Una gran técnica mal utilizada. El tiempo fuera se ha usado como castigo, la mayoría ya conocemos la famosa “silla de pensar”.


Consiste en algo tan sencillo como retirar al sujeto (niño en este caso) de la situación aislándolo de cualquier reforzador positivo (de mi atención, de sus juguetes.). Se debe utilizar justo después de la conducta no deseada.
Es una técnica que ha ido adoptando cada vez más connotaciones negativas. Aislar al niño/a, sentarlo en una silla y no dejar que se levante, etc… Muchas veces lo que ocurre, sobre todo con los niños cuadrados, es que el niño/a no se quiere sentar y empieza una batalla campal para conseguirlo. Lo que acaba empeorando aún más la situación.
Para mí el gran beneficio de esta técnica reside en salir de la situación de conflicto. Dos hermanos se pelean (en mi casa esto pasa mucho) y para rebajar la tensión mandas a cada uno a un lugar de la casa (a su habitación por ejemplo) a relajarse. No hace falta gritar ni usarla como un castigo, simplemente se trata de sacarles de la situación y darles un espacio para rebajar esa tensión generada.
En la adolescencia, también la puedes usar cuando hay un conflicto y no ves el modo de pararlo. No vas a conseguir nada en medio de una pelea, ni con un niño ni con un adolescente. Necesitas esperar a que se calmen las emociones. Las suyas y las tuyas y nada mejor que separaros y dejar que el tiempo calme los ánimos. Después podréis hablar de otra manera.
Recuerda: estamos educando también en gestión de emociones. Si les enseñamos a alejarse de una situación de conflicto para conseguir calmarse en vez de seguir con la pelea perdiendo los papeles, se llevarán un gran aprendizaje.
CONCLUSIONES:
- Aunque el castigo no funciona, lo usamos porque no sabemos hacerlo de otra manera
- Nuestros hijos cometen errores porque están haciendo aprendizajes que requieren tiempo
- Cuando se portan mal no es para fastidiarnos, los motivos suelen ser otros
- La obediencia es un aprendizaje más, por eso requiere tiempo y perseverancia
- Cuando mi hijo/a se porta mal, a menudo es porque nosotros lo estamos haciendo mal. Antes de nada, debemos mejorar nuestras actuaciones
- Ajusta las expectativas a la edad de tu hijo/a
- Hace ya algún tiempo tomé una decisión: quiero en mi casa más buenos momentos que malos. Por eso decidí educar sin usar castigos e intentar no gritar. Cada día me esfuerzo y no siempre lo consigo. Pero algo sí os puedo decir, mis hijos no se portan peor ahora que ya no uso castigos.
wao me gustooo mucho este tema, tengo 25 años soy madre de un niño de 2 años y muchas cosas que explicas aqui me son muy utiles de verdad me estreso rapido y aqui me das muchos consejos para corregirme como mi deber de madre y hacerlo mucho mejor gracias……