Hace poco escribí sobre la felicidad por primera vez en nuestro blog. En ese artículo explicaba que se puede aprender a ser feliz. Y no hay mejor etapa para los aprendizajes que la infancia, por eso como madre, me parece muy importante enseñar a mis hijos a ser felices, igual que les enseño a obedecer, a ser respetuosos…también creo que les debo ayudar a que aprendan a ser felices.
Ante la pregunta ¿qué quieres que tu hijo/a sea de mayor?, mi respuesta es clara:
¡quiero que sea feliz!
Pero esta respuesta no ha sido siempre la misma, hace algunos años podría haber contestado que quería que fueran médicos o arquitectos por ejemplo…
Y este cambio en mi respuesta no ha sido fácil, todos queremos que nuestros hijos tengan éxito, incluso muchas veces proyectamos en ellos lo que nosotros no pudimos hacer y en ese momento nos estamos olvidando de lo más importante: que sean lo que sean, si no son felices no servirá de nada.
No debemos confundir la felicidad de nuestros hijos con darles todo lo que quieren, no tiene nada que ver con eso: Felicidad NO es estar contento cuando las cosas salen como yo quiero, es poder estar contento también cuando las cosas NO salen como yo quiero, lo importante no es lo que me pasa, es cómo reacciono yo ante las cosas que me pasan. Ser feliz es una decisión, yo decido ser feliz cuando tomo una actitud positiva ante lo que pasa en mi camino. Ante una dificultad yo decido llorar y lamentarme o afrontarla. Y esto es lo que debemos enseñar a nuestros hijos, ser felices no depende de lo que tengo (dinero, una casa, un buen trabajo,…) depende de la actitud que yo tomo, de mi capacidad de valorar lo que tengo, sentirme bien conmigo mismo, afrontar las dificultades, tener confianza en mi mismo…
Así que educar a nuestros hijos para que sean felices no va a ser tan sencillo. He intentado resumirlo todo en una serie de pasos a seguir, espero que os sirva:
8 CLAVES PARA POTENCIAR LA FELICIDAD EN NUESTROS HIJOS
1. Dar las gracias
Todos los padres, en algún momento, hemos usado la frase: ¿qué se dice? cuando alguien le ha dado algo a nuestro hijo/a y ellos responden de manera automática: gracias.Pero no es solo esto lo que debemos enseñar a nuestro hijo, cuando digo dar las gracias, me refiero a ser agradecidos, valorando lo que tenemos en cada momento.
Dicho esto, creo que ya podéis ver la importancia de enseñar a nuestros hijos a ser agradecidos con lo que tienen, con todo lo que les pasa, desde unos ojos para ver hasta los juguetes nuevos de su cumpleaños. (desde algo tan básico a lo material también).
No estar agradecido de lo que uno tiene es como no tenerlo.
Cuando me habitúo a agradecer a menudo lo que tengo o lo que me pasa, acostumbro a mi mente a fijarse en las cosas buenas, a fijarse en lo que sí que tengo y no en lo que me falta.
¿Cómo podemos hacerlo?
- Agradeciendo nosotros las cosas en voz alta de manera rutinaria, para hacerles ver que cada día hay cosas buenas que nos suceden y a las que no prestamos atención. Qué suerte hemos tenido de poder venir hoy al parque.
- Explicarles algún cuento que hable del agradecimiento. En especial hay un cuento que me encanta y que explica muy bien este concepto es: El hada de la suerte del libro DE MAYOR QUIERO SER FELIZ de Anna Morato García. Un libro que debería tener todo el mundo en casa.
- Por la noche, al acostarlos, podemos agradecer tres cosas que nos han pasado ese día: Hoy estoy muy contento/a porque he visto a un amigo en el parque etc… Podemos empezar nosotros para darles ejemplos y debemos empezar la frase así: Hoy estoy muy contento por….
2. Ser positivo
El entorno que nosotros le ofrecemos a nuestros hijos va a influir mucho en ellos. Un entorno en el que no se dramatice ante las cosas negativas que suceden con frases como: “siempre nos pasa algo que nos fastidia”, “en esta casa no se puede estar bien porque siempre hay algo que lo estropea”, etc… ante un mal comportamiento de los hijos o un cambio de planes o cualquier otro impedimento. Este tipo de lenguaje les hará sentir como si todo lo malo sucediera en su casa.
Yo siempre digo, todo lado bueno tiene su lado malo, son las dos caras de una misma moneda. Si yo me fijo constantemente en el lado malo es muy difícil que sea un optimista. Por eso la manera cómo hablamos con nuestros hijos va a transmitirles una versión sesgada de las cosas, si yo le hablo siempre resaltando lo negativo y no suelo resaltar lo positivo, solo le doy una cara de la moneda, la peor.
3. No etiquetar ni usar un lenguaje negativo
Usa un lenguaje positivo hacia tus hijos, evita ofenderles cuando hacen algo mal. Si yo le digo “eres tonto o qué?” cuando ha cometido un error, lo etiqueto, lo ofendo y lo desmotivo para intentar mejorar.
No es lo mismo decir “eres malo” que decir “esto que has hecho está mal”. La primera frase centra el fallo en el niño/a la segunda lo centra en la conducta. La primera transmite que no hay nada que hacer porque el que es malo difícilmente puede hacer cosas buenas, la segunda transmite que otra vez podrá hacerlo mejor porque ahora ya sabe que eso está mal.
Cuando yo le pongo una etiqueta a mi hijo, lo limito, le quito la posibilidad de cambio y lo peor de todo, le hago daño.
Por lo tanto, en la medida de lo posible, evita usar frases como “eres tonto” “no sabes hacer nada bien” “eres inútil o qué” etc…
Y si alguna vez se nos escapa, siempre podremos pedirles perdón.
4. Favorece su autoestima
Como padres, conocemos bien a nuestros hijos. Sus virturdes, sus defectos, sus diferencias con los hermanos, sus puntos fuertes y los débiles también. Toda esta información nos puede ayudar a potenciar sus talentos. Hazle ver en lo que es bueno/a. Hazle saber lo orgullosos que estáis de él o ella. En cuanto a los puntos débiles, enséñale que no se puede ser bueno en todo, que cada persona es buena en unas cosas y no tanto en otras y que eso es lo normal.
Fomentar una buena autoestima es esencial para el buen desarrollo emocional de nuestros hijos. Como es un tema muy extenso, aquí os dejo un enlace de un artículo que habla largo y tendido sobre esto.
Recuerda enseñar a tu hijo a quererse a sí mismo. A valorarse y a aceptar también sus puntos débiles como algo normal.
Un cuento que recomendamos mucho en nuestro Centro y que trabaja la autoestima sobre todo explicando que uno es bueno en unas cosas y otro en otras, es (Anna Llenas, Te quiero casi siempre)
5. Fomenta su autonomía
Estaréis de acuerdo conmigo que la sensación que se tiene cuando conseguimos algo por nosotros mismos no tiene precio. Nos hace sentirnos bien, capaces y orgullosos. Por eso es tan importante que fomentemos la autonomía de nuestros hijos, porque la autonomía es el motor de la autoestima.
Deja que tus hijos hagan cosas por sí mismos, no hagas nada por él/ella que pueda hacer por sí mismo. Anímale a superarse, a hacerlo solo/a y no le reprendas por sus errores. El error es la base de todo aprendizaje y hay que normalizarlo.
Para ello, debemos empezar a ponerles ciertas responsabilidades en casa, adecuadas a su edad, para que vayan ejercitándose en ser más autónomos.
Deja también que tome pequeñas decisiones en casa, tal vez que algún día elija la cena de toda la familia o el postre, algo sencillo y que puedas dejarlo en sus manos. No debe decidir la economía familiar, esa no es la idea, ni tampoco decidirlo absolutamente todo. Se trata más bien que de vez en cuando sienta que su opinión se tiene en cuenta y que incluso puede decidir pequeñas cosas.
6. Enséñales a decir que NO
Desarrollar la asertividad es fundamental para nuestro bienestar personal. Asertividad es la capacidad para defender los derechos de uno mismo sin agredir ni ser agredido. Hay miles de adultos que jamás aprendieron a decir NO.
Saber decir que no es una manera importante de cuidar de uno mismo. Protege tus derechos y tus necesidades. Además es un buen preventor de los abusos sexuales. Un niño/a que sabe decir no a lo que no le gusta será más capaz de decir que no a un abusador que un niño/a que ya de entrada no tenga esta capacidad.
Por eso, muchas veces cuando nuestro hijo no quiere dar un beso a su abuelo o abuela, hay que respetar esa opción, no debemos hacer chantaje emocional u obligar al niño a dárselo. Debemos transmitirle que es dueño de su propio cuerpo y que puede decir que no si en ese momento no le apetece. Ya le dará un beso otro día.Con pequeñas acciones como esta, es como enseñamos a nuestros hijos a decir que no.
La capacidad para decir “no” es parte del proceso evolutivo y se adquiere entre el año y medio y los dos años de edad, aunque el niño no lo exprese verbalmente, y se hace consciente a los tres años. En la etapa preescolar existe una tendencia a decir “no” a todo, la etapa del oposicionismo, que se repite entre los 10 y los 14 años —en la preadolescencia-, para demostrar que tiene su propia personalidad, pero se trata de un ‘negativismo’ normal que busca marcar la diferencia.
Respetar su opinión y escucharla no quiere decir que cada vez que digan que NO a algo, vas a concedérselo. Imagina que te dice que hoy no quiere ir al colegio…lo primero es preguntar el porqué…si se encuentra mal o tiene fiebre, si está cansado o hay algún compañero que le molesta. Escucha y valora si es lo suficiente importante como para no ir (fiebre) o que es una dificultad que tiene que afrontar (un niño que le molesta en clase) etc…
Se trata de valorar el hecho de que nos de su opinión, invitándole a menudo a hacerlo, escucharle y decidir si hacemos caso o no a su negativa. Pero sobre todo fomentar el derecho a dar nuestras opiniones en casa de todos los miembros de la familia, el derecho a decir que no y a expresarlo de una manera asertiva (no agresiva).
Os dejo un vídeo de un cuento que habla de decir si y decir no, como veréis el hecho de decir no va muy relacionado a la prevención de abusos sexuales:
7. Tolerancia a la frustración
¿Qué pasa cuando las cosas salen mal? ¿Cómo afronto los problemas?
Los psicólogos siempre hablamos de la baja tolerancia a la frustración, porque es un rasgo muy frecuente en la infancia ya que forma parte del proceso evolutivo aprender a tolerar la frustración. Pienso que es uno de los mayores aprendizajes que se hacen en la infancia y que debemos ayudarles para que aprendan a que las cosas no siempre salen como uno quiere o planea, que muchas veces no podremos hacer lo que queremos o la vida nos dará un bofetón. Entonces ¿qué hacemos con todas esas emociones negativas que sentimos?. Los niños suelen expresarlo en forma de rabietas que poco a poco irán controlando. Si se hace un buen aprendizaje, de adulto tolerará bien las situaciones de estrés y las situaciones adversas.
¿Como podemos ayudarles en este aprendizaje?
Rabietas: deja que se le pase, ignorando su conducta si es posible, procurando que no se haga daño, si estás en medio de la calle y no quieres que todo el mundo te mire, cógelo fuerte pero sin agresividad y llévatelo a casa a que acabe allí la rabieta. Cuando veas que empieza a disminuir y se va calmando, acércate y ofrécele un abrazo, si lo acepta es que ya está prepardo/a para escuchar. Entonces dile: entiendo que estés enfadado/a porque tu querías quedarte en el parque y te he dicho que no, pero así tendremos tiempo de leer un cuento tranquilos en casa. ¿Qué he hecho? He puesto nombre a su emoción y le he dado una explicación, le he abrazado porque después del mal rato de la rabieta necesita algo positivo y le he propuesto una actividad alternativa (un cuento en casa). Las rabietas son frustración, aparecen cuando algo no sale como ellos quieren o cuando les decimos que no a algo. Son normales entre los 2 y los 6 años aproximadamente y forman parte de aprender a tolerar la frustración.
Cuentos: Usa cuentos que hablen del enfado y de otras emociones para ayudarle a gestionarlas mejor. Y cuando ya son grandes para cuentos, explícales historias de tu pasado, de alguna vez que no conseguiste algo y estuviste tan enfadado, de cómo lo superaste y de cómo ahora ves que al final no era tan grave.
Pon límites. Los límites son importantes por muchos motivos (pero no voy a entrar en ellos). Cuando yo pongo normas en casa, les enseño a que no todo vale, hay cosas que debemos respetar. Además les estamos ayudando a manejar la frustración de recibir un no por respuesta.
Si quieres profundizar más en el tema de los límites te recomiendo este artículo de nuestro blog de: Dos razones para poner límites a nuestros hijos y cómo poner los correctos.
8. Confianza en uno mismo
La infancia es una etapa plagada de nuevos aprendizajes, por lo tanto los niños se están enfrentando a nuevos retos constantemente, necesitan sentirse seguros y confiados para tener la fuerza necesaria para enfrentarse a ellos.
Debemos fomentar que alcancen los pequeños logros que harán sentir que ellos/ellas sí que pueden.
Adquirir nuevas habilidades y hacer nuevos aprendizajes siempre requerirá perseverancia, es muy difícil que algo nuevo te salga bien a la primera. Debemos explicarle esto a nuestros hijos, decirles que cuando nosotros aprendimos a ir en bicicleta también nos caíamos al principio, pero que poco a poco se consigue mantener el equilibrio, alentándoles a volverlo a intentar, sin presión.
Los padres que tengáis más de un hijo probablemente sabréis que no todos consiguen las cosas al mismo tiempo, hay niños que tardan más que otros en hacer un aprendizaje. Para los que tardan más, es importante que no les hagamos comparaciones con el hermano o hermana, que respetemos sus tiempos de aprendizaje, que les motivemos para que sigan intentándolo y que reforcemos sus esfuerzos. Dando más importancia al esfuerzo que al propio logro.
Cuando cometan un error, critica la conducta y nunca a la persona . Normaliza los errores porque sin ellos no existe el aprendizaje. Explícale que todos cometemos mil errores antes de hacer algo bien.
CONCLUSIONES
Educar hijos felices debe ser un objetivo claro de todos los padres y para eso debemos entender qué significa.
Educar hijos felices no es darles todo lo que quieren (nada más lejos de la realidad) es enseñarles a frustrarse, a estar contentos incluso cuando las cosas no salen como uno quiere, a manejar los enfados, a valorar lo que tenemos, a cuidar de nosotros mismos, a saber decir no. También es tener pequeñas metas y sueños y la confianza necesaria para perseguirlos y lograrlos.
No se me ocurre nada mejor que dar a mis hijos, aunque entiendo que no siempre es fácil hacerlo bien. Espero que este artículo nos ayude a lograrlo 🙂
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