Tendemos a creer en lo que vemos, de la manera en que lo vemos y del color en que lo percibimos. Así cuando vemos un jarrón verde, no dudamos en decir que eso es un jarrón verde. ¿Y si os dijera que realidades hay tantas como personas que la observan?
Tal vez así empezaríamos a plantearnos si realmente tenemos siempre la razón. Lo que vemos no es más que la interpretación que nuestro cerebro hace de aquello que hay a nuestro alrededor. Solo eso. Y además a veces se aleja mucho de la realidad.
Os voy a demostrar como nuestro cerebro nos engaña:
1. VEMOS LO QUE QUEREMOS VER
Yo suelo poner siempre el mismo ejemplo: ¿No os ha pasado nunca que os compráis un coche blanco y que de pronto os parece que hay coches blancos por todos los sitios? ¿ O cuándo estás embarazada y empiezas a ver embarazadas allí donde vas? Y no es que haya un baby boom ese mes, ni la mayor venta de coches blancos del año, simplemente es que tu cerebro sabe que para ti es importante el coche o el embarazo y por lo tanto decide prestar más atención a esos estímulos que no a otros.
Recibimos miles de estímulos a diario y nuestro cerebro no puede atenderlos todos, debe decidir rápidamente a qué presta atención y a que no. La parte a la que decida no prestar atención simplemente NO la verás, para ti no existirá. La otra parte será tu verdad.
¿No os parece increíble? Nuestro cerebro decide cada día que voy a ver y que voy a pensar. Para ello se basa en nuestras creencias más profundas (que ni nosotros conocemos) como pueden ser: “sin esfuerzo no hay recompensa” “sin estudios universitarios no encontrarás un buen trabajo” “el dinero no da la felicidad” …
Podría extenderme en los sistemas de creencias y sobre todo en las creencias limitantes, que todos tenemos, pero eso lo haremos en otro post.
El caso es que el cerebro decide, según lo que cree qué es importante para nosotros y si nuestra tendencia es a ver las cosas mal, se fijará en lo malo que es todo. Si dos personas miran la misma noticia de un atentado con cientos de víctimas en el mismo canal de TV, perfectamente puede pasar que una vea la catástrofe y como el mundo se está convirtiendo en un lugar muy inseguro y otra persona vea la cantidad de personas voluntarias que se han acercado para donar sangre o para ayudar en lo que sea. Es la misma noticia, la misma verdad con miles de interpretaciones.
Conclusión: lo que ves no es la realidad, es solo la realidad que tu cerebro ha montado para ti. La verdad es mucho más compleja que eso. Así que piénsatelo dos veces antes de decir que tienes la razón en algo. Si tomas conciencia, tal vez puedas cambiar lo que ves.
2. LA LEY DEL MÍNIMO ESFUERZO
Cómo le cuesta a nuestra mente salir de la zona de confort. “Si ya estás bien con este trabajo, para qué buscar algo que te guste más, tienes buen horario, está cerca de tu casa y total aunque no te guste mucho al final fichas y te vas”. ¿Os suena? Es vuestro cerebro que no quiere gastar mucha energía en algo que no sabe si saldrá bien o mal. No es que no quiera, es que se rige por la ley del mínimo esfuerzo que probablemente ha salvado a nuestra especie, muchas veces, de la extinción.
“La conservación de la energía ha sido esencial para la supervivencia de los humanos, ya que nos permitió ser más eficientes en la búsqueda de alimentos y refugio, competir por parejas sexuales y evitar depredadores”, explica Matthieu Boisgontier.
Nuestro cerebro evalúa costes-beneficios y decide si actúa o no.
Ahora entiendes por qué te cuesta tanto ir al gimnasio, ¿no? O hacer cambios en tu vida…
Por suerte la ley del mínimo esfuerzo cuenta con otra parte del cerebro que se ocupa más de la motivación, la autorrealización, la autoestima y tal vez la felicidad. Y cuando llevamos un tiempo en modo off, a veces aparece algo que nos mueve. O alguien. Y entonces, después de un período de esfuerzo, nos sentimos mejor.
Hay estudios ( Michael Treadway, un psiquiatra investigador de la Harvard Medical School (EE.UU.) que nos describen como la dopamina, en ciertas regiones del cerebro, nos ayuda a esforzarnos y nos motiva para realizar tareas, que en principio la ley del mínimo esfuerzo no las haría. Nuestro cerebro evalúa costes-beneficios y decide si actúa o no.
Conclusión: no olvides que algunos pensamientos que tienes, que te hacen mantenerte en una misma situación (un trabajo que no te acaba de…una relación que parece que…me encantaría tocar el piano pero son tantos años que…) nacen de la ley del mínimo esfuerzo, que aunque haya salvado a nuestra especie en múltiples ocasiones, a veces nos pone trampas. Sobre todo ahora que ya no hay leones por las calles. Si decides hacer algo y salir de tu zona de confort, encontrarás un aliado en tu córtex prefrontal, que llenándose de dopamina, te ayudará a esforzarte hasta el final.
3. LA SUPERVIVENCIA DE LA ESPECIE
Tu cerebro también piensa en la supervivencia, de ahí que tengamos miedos. El miedo nos ha protegido muchas veces de peligros que atentan contra nuestra vida.
Al cerebro no le interesa la verdad, le interesa la supervivencia
¿Ves un elefante completo? ¿Cuántas patas tiene?
¿Ves una copa o dos caras? ¿Cuál es la realidad? ¿Puede haber más de una manera de ver las cosas?
Si un cazador ve algo moverse en unos matorrales y ve una pata, su mente reconstruirá rápidamente un animal, probablemente un animal potencialmente peligroso. Así actúa mi mente, buscando peligros donde a veces no los hay.
¿Os extraña ahora que cuando pensáis en un acontecimiento futuro veáis todos los posibles peligros de esa situación?
Yo siempre digo que nos pasamos la vida viendo posibles problemas futuros que tal vez nunca vengan y posibles soluciones para tenerlas a mano por si vienen. Menuda pérdida de tiempo!!
Nuestro cerebro está programado para sobrevivir no para ser feliz. Por eso la tendencia es a desconfiar, ser pesimistas, preocuparnos constantemente…Esta es su tendencia, mantenerte en alerta para prevenir posibles peligros.
Entonces, ¿estamos condenados a pensar en negativo?
No, nuestro cerebro es moldeable, está hecho para adaptarse al entorno en el que vive, por lo tanto podemos cambiar esta tendencia.
¿PUEDO MOLDEAR MI MENTE?
Antes se creía que a partir de los 7 años las estructuras cerebrales ya no se podían modificar, que la plasticidad neuronal solo se daba en la infancia. Y estábamos equivocados. El cerebro siempre intenta encontrar nuevos caminos para desarrollar funciones, por ejemplo, cuando sufrimos un ictus y una parte de nuestro cerebro muere, durante el siguiente año el cerebro busca otro camino para realizar la función que ha perdido y las personas vuelven a andar o a hablar, etc…aunque habrá funciones que no se recuperen, hay otras muchas que sí. Esto nos demuestra cómo nuestro cerebro trabaja siempre para dar lo mejor de sí.
La plasticidad neuronal no desaparece en la infancia y esto es una gran noticia. Significa que nuestro cerebro es moldeable.
Hoy en día se ha demostrado que sonreír incluso sin ganas segrega endorfinas, que rodearnos de personas que nos quieren y que queremos tiene la capacidad de cambiar nuestro cerebro, que hacer cosas por los demás segrega hormonas que nos hacen sentir plenitud, que meditar 5 minutos al día tiene la capacidad de construir nuevas rutas neuronales…
Los psicólogos nos pasamos el día ayudando a la gente a pensar diferente, a moldear la mente, a crear nuevas rutas neuronales y vemos los cambios, casi como si fueran milagros.
Así que no te dejes llevar por las leyes ancestrales que rigen nuestro cerebro y vuelve a ser el dueño/a de lo que piensas. Para conseguirlo, no hay nada mejor que la meditación y sobre todo el mindfulness. Los orientales llevan siglos controlando su mente y los occidentales debemos aprender de ellos.
Si dejamos que sea ella la que controla nuestros pensamientos, ya sabemos cuál es su tendencia y también los resultados que genera: miedos, negatividad, vivir alertas a posibles peligros, preocupaciones…
Recuerda tu cerebro no está programado para ser feliz, está programado para sobrevivir.
Si quieres profundizar más en cómo dirigir tu mente hacia la felicidad, te recomiendo nuestro post
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