Está claro que un divorcio no acaba cuando nos separamos y tampoco empieza el día en que lo decidimos. Empieza mucho antes y termina mucho después.
Cada vez son más altas las tasas de divorcio y es que las relaciones no suelen ser para toda la vida, al menos no todas. A veces evolucionamos por caminos distintos, otras descuidamos tanto la relación que acaba por morirse y otras simplemente deja de funcionar.
En terapia de pareja siempre digo que la separación no es un fracaso de la terapia, el único fracaso de una terapia de pareja es que al final del tratamiento sigan juntos en una relación que no les hace felices. Ese es el verdadero fracaso. Quedarme en una relación que no me suma, solo porque tengo miedo a irme.
Y es que salir de nuestra zona de confort nos es muy difícil y preferimos quedarnos en las rutinas, aunque haga tiempo que ya no nos gustan. Con esto no quiero decir que aliente a todo el mundo a separarse, pero sí a entender que una relación es algo que está vivo, que fluye, que hay que alimentar y cuidar y respetar su ritmo. Una relación puede empezar y también acabar, porque todo está en constante cambio y si esto nos pasa, debemos aceptarlo y no aferrarnos a algo que no funciona solo porque hubo un tiempo en que si que funcionó.
Aquí os dejo un vídeo mío en nuestro canal de YouTube que trato con más profundidad cómo superar un divorcio.
¿POR QUÉ NOS SEPARAMOS?
Aún a riesgo de generalizar mucho, podríamos decir que hay dos motivos por los que se produce una separación:
- La pareja se quiere, todavía hay pasión, pero el conflicto es muy elevado. Son relaciones que no me aportan, que no me suman, que me hacen sufrir y estar mal, pero siento amor. Salir de estas relaciones no es fácil porque todavía quedan sentimientos. Pueden pasar dos cosas: que el nivel de conflicto sea tan elevado que la separación sea rápida o que no sea tan elevado y por lo tanto sigan teniendo encuentros sexuales durante mucho tiempo después de la separación.
- El amor se va. El problema es que esto no pasa de la noche a la mañana, hay mucha confusión, mucho miedo a darme cuenta de que realmente sí que le quiero cuando ya sea demasiado tarde. Normalmente de esto te avisa el cuerpo, empiezas a no querer tener sexo, a sentir ansiedad o a desear a otras personas. Aunque sigues queriendo a tu pareja porque queda como un amor de familia, algo grande, pero que no es lo que deberías sentir por tu pareja. Cuesta mucho salir de estas relaciones sobre todo si son sanas, con muy pocos conflictos…porque podríamos estar años en una relación cómoda, aunque ya no hubiera amor y porque hay miedo a arrepentirse. Hay que ser muy valiente para irse de una relación así porque siempre te asaltan las dudas.
Cuando se toma esta decisión, empieza una crisis. Y sufre tanto el que deja como el que es dejado.
La persona que recibe la noticia cree que la otra se precipita, porque le cae la información de la noche a la mañana. Pero la verdad es que ya suele llevar tiempo meditándolo pero no ha sido capaz de decirlo.
Sentimos un gran dolor cuando tomamos consciencia de que una relación se acaba. Es una gran pérdida. Perdemos el amor, pero también perdemos una parte de nosotros mismos. Nuestros roles cambian drásticamente, dejamos de ser madre de o padre de y marido de, a ser nosotros mismos casi al 100% y entonces notamos un gran vacío y vértigo, el vértigo que se siente cuando sabemos que tenemos que lanzarnos de una montaña en caída libre y somos nosotros los que tenemos que dar el salto.
FASES DE UNA SEPARACIÓN
La separación en cuanto que pérdida, pasa por unas fases muy similares a las de cualquier duelo:
- Negación: Esto no nos puede pasar a nosotros. Tenemos que seguir intentándolo. No puede acabarse todo así. Tantos años, tantos recuerdos y todo para nada. Es una fase corta porque la realidad es como un jarro de agua fría que nos hace salir de aquí.
- Rabia: El que es dejado dirige la rabia hacia la otra persona y el que deja la dirige hacia si mismo en forma de culpa. Es una fase intensa. También dirigimos la rabia hacia el mundo, cuando vemos otras parejas o hacia el propio amor como si fuera un fiasco.
- Negociación: Es la fase en la que empezamos a negociar la rendición. Integramos que la relación se acaba y nos acercamos a la otra persona de otra manera. Incluso podemos hacer las paces con el amor.
- Tristeza: Esta fase es muy importante y hay que pasarla siempre en todos los duelos. Las pérdidas deben ser lloradas para poder ser gestionadas.
- Aceptación: Muchas veces la tristeza y la aceptación llegan de la mano. Porque al tomar conciencia de que la ruptura es real y ha venido para quedarse es inevitable sentir la tristeza. Aunque después de esta fase puede pasar mucho tiempo para estar preparado o preparada para una nueva relación.
¿Para superar una separación debo pasar por todas las fases?
No siempre se pasan todas, ni en el mismo orden y además hay veces que se solapan unas con otras. Pero por regla general, para superar un divorcio o separación voy a necesitar entre 6 meses y un año. Durante este periodo de tiempo, me sentiré inestable, como en una noria de emociones, tendré días en los que me comeré el mundo y días en los que el mundo se me comerá a mí. Y aunque estar en una noria marea, es lo normal.
Tal vez, la fase más importante de una separación es la de la tristeza y la aceptación. En el momento en que acepto que esta es muy nueva situación y que no debo aferrarme más a lo que tenía y además me permito llorar por ello, el final de la inestabilidad se acerca.
Para ayudarme a pasar más rápido o mejor este proceso, debo empezar a cuidar de mi y de mi autoestima, haciendo aquello que me define y me hace feliz. Volver a encontrarme con los amigos y las aficiones que tal vez había dejado de lado. Y sobre todo, alejarme de todo aquello que supone acordarme de mi ex pareja (al menos al principio). Su entorno, su familia e intentar reducir el contacto. Si tenemos hijos, debemos cuidar mucho la nueva relación que vamos a establecer, saber mantener la comunicación por el bien de ellos y la cordialidad.
Por eso es tan importante amar desde el desapego porque entiendo que aunque sienta una gran pena, no necesito nada ajeno a mi para alcanzar mi bienestar.
Una ruptura, tanto si la he elegido yo como si no, va a enseñarme a superar mis limitaciones y mis apegos emocionales. Aunque también voy a sentir pena y dolor, esto es una parte inevitable del proceso.
EL AMOR DESPUÉS DEL DESAMOR
Pasado un tiempo, volveremos a sentir la necesidad de amar. Aunque hay personas que se lanzan a nuevas relaciones enseguida para anestesiar el dolor que sienten, hay otras que necesitan un tiempo de descanso.
Desde luego, lo mejor es primero elaborar todas las fases del duelo y luego iniciar otra relación. Pero como ya sabemos, muchas veces no sucede así y encadenamos relaciones cargados todavía de mochilas.
Sea como sea, la experiencia del dolor se nos queda marcada. Por eso normalmente cuando iniciamos otra relación sentimos miedo a volver a sufrir y vamos cerrados y desconfiados.
Muchas veces ni si quiera somos conscientes de esto, pero el miedo se transpira. Y donde hay miedo no puede haber amor. Con lo cual dificultamos mucho el paso a una nueva relación.
A veces las boicoteamos de manera inconsciente o las acabamos antes incluso de que empiecen. Otras veces el miedo coge las riendas cerrando nuestro corazón y dejando solo al ego que se vuelve posesivo y lo quiero todo y ya. Sin contar que acabamos de llegar a la vida de alguien, una vida que ya estaba llena de cosas y donde todavía tenemos que encajar.
El inicio de una nueva relación suele ser inseguro, hay idas y venidas, acercamientos y alejamientos. Es lo normal. Por eso, si vamos todavía llenos de miedo, nos vamos a manejar muy mal en esta nueva situación.
Muy buenos consejos y recomendaciones para superar un divorcio. Saludos
Muchas gracias por los consejos, felicidades por el blog
sabios consejos.. gracias!!