Todos hemos oído alguna vez frases como:
“ Esto antes no pasaba, mi padre me daba un guantazo y ahí se acababa la discusión”
“ Una bofetada a tiempo evita muchos problemas”
“ Esto lo acabo yo rápido”
Son solo algunos ejemplos de una autoridad impuesta por el miedo. El hecho de ser padres lleva ya intrínseco el poder. Mi hijo/a depende de mí a todos los niveles: alimentación, educación, afecto y supervivencia. No creo que haya un poder más grande que este. Por lo tanto, el miedo a perder ese apoyo es grande y el deseo de agradar a tus padres también. En todos los años que llevo, han sido muy pocos los casos, por no decir ninguno, en los que la mala conducta del hijo se debe a no querer gustar a sus padres, normalmente es al contrario, buscan su atención desesperadamente.
Entonces partiendo de esta base, en la que el poder es nuestro y ellos siempre intentan contentarnos, debería ser muy fácil ser padre. Pues no es nada fácil y a veces hay un mal uso de este poder, por exceso o por defecto, del autoritarismo a la permisividad. Debemos buscar el equilibrio: una autoridad positiva basada en el respeto y en el refuerzo y no en el miedo, el grito y el castigo desproporcionado. Pero esta autoridad cuesta, no se consigue de la noche a la mañana. Requiere sacrificio y constancia.
Cada día la pongo en práctica y no siempre lo consigo, pero si como yo, quieres educar de la mejor manera a tus hijos te daré unas claves para guiarte y aunque habrá momentos en los que no lo consigas, no te sientas mal por ello, es lo normal en cualquier persona que intenta educar a sus hijos todos los días. No hay padres perfectos, solo padres implicados.
¿Cómo consigo una autoridad positiva?
Pon siempre límites
Un niño/a necesita que sus padres le pongan límites, es la manera de aprender lo que está bien y lo que está mal. Un niño sin límites es como un barco sin brújula, no sabe hacia dónde va, no sabe lo que se espera de él, ni lo que debe hacer y por lo tanto va a la deriva.
Pero para ponerlos hay que saber cómo:
- Pocos límites mejor que muchos ( si tenemos demasiados será difícil hacerlos cumplir todos, mejor pocos e importantes)
- Claros (no vale decir “pórtate bien” qué significa portarse bien, es muy genérico, el niño no lo entiende. Es mejor decir lo que tiene que hacer de la manera más concreta posible: coge así el tenedor, cuando vengan los abuelos me gustaría que no corrieras y gritaras como el otro día…)
- Adecuados a su edad (límites pequeños para niños pequeños)
- Consistentes ( si algo no se hace no se hace nunca, si no le dejo saltar en el sofá, no le dejo en ninguna circunstancia)
- Consensuados (es algo que debemos hablar con nuestra pareja, decidir juntos qué limites voy a poner)
- Debemos asegurarnos que los han entendido (se los debemos explicar bien, debemos ser claros y concisos, no más de 10 palabras y después les preguntamos si lo han entendido)
Los límites los debo hacer cumplir siempre, por eso mejor tener pocos. Lo que sea más importante para tí en la educación de tus hijos, eso es lo que debe ser un límite, lo que creas que no es tan primordial, mejor no lo pongas. No vas a estar todo el día limitando a tu hijo/a, sería agotador!!!!
Si das una orden, hazla cumplir
Veamos un ejemplo concreto:
- Juan lávate los dientes (le dice la madre desde la cocina)
Y Juan que está viendo la televisón ni si quiera contesta.
- Juan los dientes (dice la madre gritando )
Y Juan tampoco contesta.
- Juan no te lo vuelvo a repetir más, lávate los dientes (gritando más fuerte)
- Ahora iré (dice Juan sin levantarse del sofá)
Al final la madre desiste o se pone a hacer otra cosa y se olvida. Juan se va a la cama sin lavarse los dientes.
Lo que le transmitimos a nuestros hijos cada vez que damos una orden que no cumplen, es que las órdenes no se cumplen y nuestra autoridad cae en picado. Es muy importante que tengamos esto claro.
Siguiendo con el ejemplo anterior, con el que seguramente muchos padres nos sentiremos identificados, podemos ver los fallos que se cometen:
–Dar una orden desde lejos, lo que deberíamos hacer es ir hasta el sofá a decírselo para asegurarnos que nos presta atención.
- No insistir hasta hacerla cumplir: cuando las órdenes verbales no funcionan, hay que hacerlas físicas, es decir, acompañar a Juan hasta el lavabo y asegurarse de que se lava los dientes. No hace falta llevarlo a empujones o a gritos, es suficiente con ser contundente.
Da tiempo para que aprendan
Todo aprendizaje requiere un tiempo. Seguro que no aprendiste a conducir en un día!! Pero con nuestros hijos, esto muchas veces se nos olvida. Uno de nuestros papeles como padres es el de crear hábitos, tarea nada fácil (lavarse los dientes, comer correctamente, irse a dormir solito/a,…) Aprender a moverse por la vida, necesita un tiempo. Con paciencia y constancia conseguiremos que nuestros hijos aprendan cualquier cosa.
Premia mucho, castiga poco
Cuando digo premia, no me refiero a premios materiales, más bien son refuerzos positivos. Dile lo orgulloso que estás de él o ella. Comparte con los demás familiares su éxito. Haz algo especial por él o ella cuando consiga aquello que tanto le costó. Pero sobre todo hazle saber que su perseverancia y sus ganas de hacer las cosas bien es lo que te gusta y te llena de orgullo. Que sepa que ves lo que hace bien y no solo lo que hace mal.
Cuando refuerzo una conducta buena le digo exactamente lo que debe hacer, cuando castigo solo le digo lo que no está bien pero le dejo sin opción de respuesta correcta.
El castigo genera malestar y rabia, con estas emociones en marcha es difícil hacer aprendizajes, toda su atención se centrará en el castigo y en el odio y será incapaz de aprender nada, al menos al principio. Con esto no quiero decir que no se use el castigo, alguna vez nos hará falta. Lo que siempre les digo a los padres:
“Tenéis 5 cartas que son los 5 castigos que puedes usar a lo largo de la vida de tu hijo/a, úsalos con cabeza porque aún te queda la adolescencia”
Huye de los discursos
Los sermones sirven de muy poco, sobre todo teniendo en cuenta la capacidad de atención que tienen nuestros hijos que es igual a 10 palabras ó 10 segundos (de los 2 a los 10 años más o menos). Todo lo que le digamos fuera de ahí, pasará totalmente desapercibido. Por eso, cuando desobedecen a conciencia, debemos actuar sin pensarlo. Corrigiendo la conducta en la medida de lo posible. ¿Cómo?
- Avisando: “si sigues haciendo esto, tendrás estas consecuencias” (7 palabras). Cuando aviso le doy la oportunidad de portarse bien. Le doy una opción de respuesta. El castigo directo no da opción de respuesta correcta.
- Contando hasta tres: “deja de saltar en el sofá, cuento hasta tres, 1, 2 y 3” (10 palabras) Si no obedece, lo coges de la mano y lo haces bajar y entonces le avisas la próxima vez que lo hagas te castigaré.
- Cumpliendo siempre el aviso. Si después de avisar o de contar y avisar, persiste la conducta cumpliré con lo que he dicho sin excepción ninguna. Así la próxima vez sabrá que voy en serio cuando aviso.
Confía en tu hijo/a
Confía en sus ganas de portarse bien y hacer las cosas como tu le has enseñado. Los niños quieren agradar a sus padres, no lo olvides. Detrás de un mal comportamiento no siempre hay malas intenciones (“hace esto para fastidiarme” “lo hace porque sabe lo que me molesta”…). Confía también en sus capacidades y hazlo crecer en sus virtudes y mejorar en sus defectos. La autoridad positiva se fundamenta en el respeto y la confianza. Yo admitiré de buen grado la autoridad de un jefe que me de confianza, que me diga mis cosas buenas y no solo las malas, que me infunda respeto por como es y al que admire por su saber hacer.
Debes ser un modelo de conducta
Difícilmente va a hacer algo que tú no haces. Por eso predica con el ejemplo. Sin coherencia entre las palabras y los hechos difícilmente conseguiremos nada, solo confundirles.
Reconoce también tus errores. El reconocimiento de un error por parte de los padres da seguridad y tranquilidad al niño/a y le anima a tomar decisiones aunque se pueda equivocar, porque los errores no son fracasos, sino equivocaciones y esta es una lección que solo se la puedes dar con el ejemplo. No pasa nada por equivocarse y mucho menos por reconocerlo.
Hasta aquí lo que deberíamos hacer. No parece complicado, pero en el día a día cumplir con los 7 puntos no siempre es tan sencillo y a veces cometemos errores.
ERRORES MÁS FRECUENTES:
PERMISIVIDAD
Los padres somos los responsables de guiar a nuestros hijos y enseñarles lo que está bien y lo que está mal. No nacemos con esa capacidad de discernir. Los niños necesitan límites para aprender.
CEDER CUANDO HE DICHO QUE NO
Un no debe ser siempre un NO. Y este aprendizaje deben hacerlo rápido. Es la base de la autoridad positiva, que mi hijo/a sepa que cuando digo no es que no y no le servirá de nada insistir o portarse mal porque hay cosas no negociables. Después habrá cosas que se puedan negociar pero en esas ya no le habré dicho que no, primero le habré escuchado y habremos decidido o si o no o a medias. Por eso debemos pensar bien antes de decir NO a algo, porque una vez hecho, no hay vuelta a atrás.
Si castigo debo cumplir.
Si marco un límite lo hago siempre.
Debo ser consecuente con lo que digo y cumplir tanto las promesas como las amenazas.
AUTORITARISMO
Es la otra cara de la moneda. Busca la obediencia por la obediencia, sin tener en cuenta al hijo/a. Es el “porque lo digo yo” y “cuando yo lo diga”. Busca la sumisión y que acate todas las normas sin rechistar. Este tipo de educación no generará nunca adultos autónomos, con fuerte autoestima y capacidad de decisión. Anula la personalidad.
PERDER LOS PAPELES
Somos humanos y todos hemos perdido lo papeles alguna vez. Pero esto no es excusa para perderlos siempre. Cuando estoy peor, porque vengo cansada, irritable y no tengo paciencia, lo que suelo hacer es dejar que mi marido se ocupe de decir no o marcar los límites y cuando veo que es él el que no puede, le digo “déjame a mí que tú estás cansado”. Así evitamos perder los papeles.
Cuando no cumplen con sus responsabilidades o no obedecen, podemos fácilmente perder los nervios y GRITAR. Pero ya sabéis que el grito responde más a mi frustración y mi irritabilidad que a mis ganas de ser buen padre. (enlace al post de gritar)
NO ESCUCHAR NI NEGOCIAR
En una sesión de la Escuela de padres y madres, me dijeron: “ Nuestro hijo se subía a la silla una y otra vez, primero se lo dije con buenas palabras, luego fui a bajarlo pacientemente, así hasta 4 veces pero no había manera, me puse muy nerviosa, le grite y le castigué” . Y yo le dije “¿le preguntaste en algún momento porque quería subirse a esa silla?”
Muchas veces no les damos la oportunidad ni de expresarse. Resulta que este niño quería coger un juguete y por eso subía a la silla una y otra vez, se llevó un grito y un castigo y sus padres un disgusto. Sobre todo cuando vieron que podían haber evitado el conflicto solo con escucharlo.
Escucha a tus hijos, dales la oportunidad de explicarse antes de soltar ese NO que luego deberás cumplir a raja tabla. Porque tal vez su explicación te convenza para decir SI y evitar un conflicto innecesario. Y negocia, deja que ellos decidan cosas que pueden decidir, o tomad decisiones juntos. De esta manera evitaréis el “porque lo digo yo y cuando yo lo diga”.
Hasta aquí nuestro post de hoy, espero que os sirva en vuestro día a día. Yo sigo aprendiendo cada día y este es mi rincón de reflexión y mi manera de compartirlo con todos vosotros.
Escuela de mierda me hace buscar esto se le terminan las ideas a la porqueria de escuela en la q voy
Tenes razon capo *voz de macho*