¿Qué podemos hacer para prevenirlo?
Existen diversas situaciones que pueden alterar la salud psicoemocional de nuestros adolescentes. Pueden llegar a creerse menos válidos para hacer frente a los diversos retos, tanto académicos como personales, que irán encontrado durante el camino de la adolescencia.
Estas situaciones frustrantes, desesperanzadoras y cargadas de un elevado nivel de estrés y ansiedad pueden dar lugar, en algunos casos, al fracaso y/o al abandono escolar.
Según Idescat (Instituto de Estadística de Cataluña) la tasa de abandono escolar en Cataluña en 2020 se sitúa alrededor del 17,4% (Idescat). Esta cifra supera la máxima establecida por la UE, la cual exige a los países miembros que su tasa de abandono escolar prematuro no sea superior al 10%. (INE) |
Diferencias entre fracaso escolar y abandono escolar
Hablamos de fracaso escolar en aquellos casos en los que los alumnos y las alumnas no finalizan la Educación Secundaria Obligatoria. En cambio, entendemos por abandono escolar aquellos casos en los que, habiendo obtenido el graduado en ESO, no continúan formándose. |
El concepto “fracaso” es puesto en duda desde hace años debido a su connotación negativa. Conlleva una carga de atribución negativa hacia la persona y dan por hecho que todos los factores relacionados con este fenómeno dependen exclusivamente de ella.
Existen diversos elementos susceptibles a provocar el cierre definitivo de los libros por parte de los jóvenes. Uno de los factores más comunes son los Trastornos o dificultades de aprendizaje no detectados a tiempo.
Cuando tenemos que hacer frente a una dificultad o trastorno del aprendizaje uno de nuestros principales objetivos es proporcionar un proceso de aprendizaje estable y seguro a través de acompañamiento, apoyo y adaptaciones curriculares, todo esto se lleva a cabo para minimizar los efectos negativos de estas dificultades y preservar, así como reforzar, su autoestima, seguridad y autoconcepto, aspectos principalmente implicados en su desarrollo, tanto académico como personal.
Tal y como se ha comentado en anteriores entradas al blog, es muy importante una detección precoz de estas dificultades puesto que disponemos de un período específico en el que la plasticidad neuronal juega a nuestro favor para reeducarlas y obtener resultados más satisfactorios. Pasado este período, a partir de los doce años aproximadamente, debemos intervenir con estrategias compensatorias.
La transición de Primaria a la ESO es una etapa complicada en muchos casos, llena de cambios y adaptaciones. En este nuevo período puede aflorar la necesidad de gestionar distintas emociones propias de la adolescencia así como nuevas necesidades educativas que han podido no ser identificadas previamente y, en consecuencia, no se han trabajado a través de una reeducación psicopedagógica. Estaríamos en una situación en la que el proceso educativo queda alterado y no avanza tal y como se espera según el grupo normativo de la persona, por lo tanto, sería necesario intervenir lo antes posible con ayuda específica para solucionarlo.
¿ Qué dificultades o Trastornos de aprendizaje podemos encontrar?
En esta etapa es muy común encontrarnos dificultades relacionadas con la planificación, organización y gestión del tiempo. Se trata de aquellos casos en los que necesitan aprender a llevar un orden del material de trabajo, no disponen de herramientas para organizar de una manera adecuada y práctica la agenda escolar y necesitan ayuda para aprender a distribuir el tiempo una vez salen del aula para realizar deberes y preparar exámenes. Muy habitualmente encontramos asociadas a estas dificultades alteraciones o Trastornos de atención ya que interviene en las funciones ejecutivas principalmente implicadas en los procesos de aprendizaje.
Otras dificultades frecuentes que nos encontramos en las reeducaciones psicopedagógicas son las dificultades o los Trastornos específicos del aprendizaje de la lectura y escritura, como la Dislexia, o de las matemáticas, la Discalcúlia.
Algunas señales que pueden ayudarnos a detectar cuando nuestros hijos e hijas necesitan ayuda:
- Baja motivación y autoestima.
- Cambios negativos, bruscos o progresivos ,del rendimiento académico. No se ven mejoras curso tras curso o de pronto empiezan a bajar las notas o no se superan las asignaturas.
- Mala planificación y organización tanto para los deberes como para preparar exámenes. Se olvida de entregar tareas, estudia con poca anticipación, parece que siempre necesite más tiempo, etc.
- Cambios de humor, presencia de ansiedad y/o estrés. Irritabilidad, aislamiento, preocupación constante, desinterés general, alteración de las horas de sueño y descanso, bloqueos, etc.
- Bajo rendimiento no acorde con el grado de esfuerzo e implicación. Dedica muchas horas y los resultados son bajos o no supera los objetivos establecidos.
- Dificultades relacionadas con la comprensión lectora o la escritura. Notas más bajas en asignaturas que impliquen comprensión o expresión escrita, por ejemplo, matemáticas o lenguas. Dificultad para comprender enunciados o textos, falta de vocabulario, pobre planificación y estructuración de ideas a la hora de redactar, numerosas faltas de ortografía, etc.
¿Qué hacer cuando identificamos una de estas situaciones?
Lo recomendable es, en primer lugar, contactar con el centro educativo para conocer sus impresiones y, en segundo lugar, acudir a un centro especializado de psicología en el que valoren y den una explicación a las dificultades o alteraciones que han surgido y poder así diseñar una intervención centrada en ellas.
Más allá de las dificultades de aprendizaje que hemos explicado, existen otros factores que pueden poner en riesgo el futuro educativo de nuestros adolescentes, algunos de estos son:
Alto nivel de exigencia del centro educativo, muy superior al rendimiento académico del alumno.
Es muy importante y no siempre se tiene en cuenta desde un primer momento. Cada colegio o instituto, a pesar de seguir una pauta común establecida por el Departament d’Ensenyament, tienen características metodológicas diferentes que los hacen únicos.
En muchas ocasiones el centro educativo se caracteriza por tener un alto nivel de exigencia tanto en su metodología como en los resultados académicos del alumnado. Si no se dispone de un rendimiento acorde con estos métodos se produce un desequilibrio muy difícil de compensar a pesar de las adaptaciones curriculares y del apoyo externo que se le ofrezca al alumno.
En estos casos es recomendable valorar las características del estudiante y las del centro para un posible cambio con la finalidad de ofrecer una ayuda educativa ajustada a sus necesidades y que proporcionen estabilidad y seguridad para lograr reforzar su autoestima y autoconcepto.
Intervención e implicación familiar.
Para controlar estos factores es imprescindible proporcionar, tanto a las familias como a los docentes, psicoeducación para saber qué observar y cómo detectar estos cambios significativos en el alumnado y de esta manera poder intervenir lo antes posible.
El entorno familiar, tanto si es positivo como negativo, influye en nuestros hijos e hijas, por este motivo si nos encontramos con un entorno tenso, distante o desestructurado repercutirá negativamente en nuestros adolescentes, no solamente a nivel educativo sino también emocional. Acudir a un profesional ayudará a adquirir estrategias para una adecuada gestión de sus emociones y paralelamente a mejorar la dinámica familiar repercutiendo positivamente en todos sus miembros. Además, proporcionaremos al adolescente un espacio personal y único en el que podrá hablar de todos aquellos aspectos que le inquieten o le generen malestar. Coordinación entre familia y centro educativo. La comunicación es la base para que se conozcan todos aquellos aspectos relevantes del alumnado, tanto académicos como emocionales y motivacionales. Una vez se detecten dificultades de aprendizaje, baja autoestima, desmotivación, mala gestión del estrés o niveles de ansiedad elevados es recomendable contactar con el instituto, y viceversa, para poner en común impresiones y una vez se conozca el problema poder acudir a un profesional, para que nos oriente y nos proporcione las pautas a seguir en cada caso.
Existen numerosos factores que pueden interferir e influir en la carrera educativa de nuestros hijos e hijas, por supuesto no siempre nos exponemos a un abandono escolar pero sí esimportante que una vez aparezcan algunas de las dificultades que hemos comentado se intervenga lo antes posible para proporcionar al alumno la ayuda necesaria para no comprometer su proceso educativo.
Con paciencia, cariño y acompañamiento se pueden superar las barreras que puedan encontrar en su camino, se tratará de un aprendizaje más de los que les quedan por vivir.
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